28 21 de mayo 2015 página inicio
   

PREGÓN DE
CATALINA MUNERA VERA,
PARA LAS FIESTAS DE SANTA QUITERIA 2015

Buenas tardes. Aquí estoy que no sé por donde empezar. Es muy difícil viendo a toda esta gente tan guapa.

No creáis que Higueruela antes estaba como ahora. Hoy es una joya, sus casas tan preciosas, sus jardines, el paseo tan bonito, y lo mejor sus gentes.

Cuando yo nací, las calles eran de barro, no había agua corriente, no había wáter, teníamos que hacer nuestras necesidades en el campo, corrales, cuadras y el papel higiénico una piedra.

Por la puerta principal de las casas entraban las mulas, cabras, gallinas, cerdos, todo el mundo, y el que tenía gorrino era el rey.

En mi casa éramos nueve de familia; mis padres unas personas muy trabajadoras, honradas y muy buenos, lo que hoy se dice "buena gente", y siete hijos. Dormíamos cuatro en una cama, dos a los pies y dos en la cabecera, y los edredones eran los aparejos de las mulas.

Un día nos quedamos solos en la casa ya que mi madre estaba muy mala en el hospital. Se nos olvidó echarle de comer a la burra y a media noche se nos metió en la habitación, pues mi madre tenía un poco cebada para echar tortas y le dio la olor. No podéis daros una idea de la que se armó. Queríamos darle la vuelta para sacarla. Unos tiraban del rabo y otros a empujones. Había dos escaleras y por fin la sacamos de culo y la llevamos a la cuadra. Menos mal que era mansa, pero se comió casi toda la cebá.

Mi padre tenia una cabra que la ataba en el cerro para que comiera. Un día se desató y se metió en un sembrao. El dueño puso una denuncia y metieron a la cabra en la cárcel que estaba en el Ayuntamiento viejo. Le pusieron una multa de veinte duros y mi pobre padre se las vio y deseó para juntar el dinero y sacar a la cabra de la cárcel. Creo que se los prestó "Pepe Zornoza".

Gracias a dios mi madre ya vino del hospital.

Lo que hoy conocemos como el "ACUARIO" era el baile al que llamaban "EL DULCE MENEO". A la calle de las cuestas le decían "LA CALLE CATORCE" y como en ella vivíamos muchas chicas jóvenes y muy guapas todas, cuando bajábamos se ponía el baile de bote en bote y como no teníamos ni un duro, si teníamos sed en el piso de arriba había dos botijos bien gordos para beber, además también estaba la "FUENTE DE LA PAJA" en la puerta de Dionisio.

En el "CASINO DE AGUSTÍN" también había un buen baile y cine, al que íbamos poco ya que había falta de dinero.

En aquella época bajábamos casa del "ROJO VALERA", a por el pan sin perras. Era bastante gruñón pero nos lo daba. Luego mi padre le llevaba una carga de leña que costaba cinco duros y le pagaba, y así íbamos tirando.

Casa de "BENITO EL DE LA TIENDA" que estaba donde vivía la "ALFONSA DEL ZAPATERO" también nos daba mucho de "FIAO". Tenía de todo, mucho mas género que hoy tienen sus hijos en el súper. También estaba la tienda de  JUAN PERULLO" donde hoy la tiene Pedro, y también nos daba de "FIAO". así que como podéis ver, en todos los establecimientos teníamos cuenta corriente. Cuando mis padres hacían la siega y pagaban las deudas, nos quedábamos otra vez en blanco, y de nuevo vuelta a empezar.

Por aquellos días un tío mío se puso muy malo en Elda. Mis padres fueron a verlo y se llevaron a mi hermana Elvira que era muy pequeña. Le dejaron un vestido blanco. Creo que fue la "VICTORIA DE DIENTES". Como no le sacaron billete, cada vez que pasaba el revisor la metían debajo del asiento para que no la viera, y así todo el viaje. Cuando llegaron a Elda y la sacaron, parecía un perro dálmata de tantos tiznajos que llevaba, ya que los trenes entonces eran de carbón.

Cuando sacaban las patatas íbamos a rebuscar, cuando segaban a espigar, a buscar collejas, a lo que podíamos. Como podéis ver teníamos pleno empleo.

Mi padre y mis hermanos trabajaban en la Hoya Mañas hoy "BODEGAS CANO". Mi madre todos los años le hacía los mataeros a la "JOAQUINA" madre de Resti  y de Josefa de Perolete. Un año estaba dando de mamar a mi hermana Elia, pues tenía dos o tres meses, y yo me fui de niñera muy contenta ya que Joaquina era la mejor persona que he conocido. Le decía a mi madre: "Evarista, lávate las manos y dale de mamar a esa cría y que meriende la Catalina". Me daba un trozo de pan con una longaniza, que para mí era miel sobre hojuelas. ¡Con el hambre que había en toda España y sobre todo en mi casa!.

Cuando llega Jueves-lardero, mi pobre madre se "escuajaba" pues no tenía ni pizca de pan para la merienda. Joaquina mandaba llamar a mi padre con "VICTOR EL DE BLINQUILLOS", le daba una docena de huevos, una merendera de longanizas, un pan grande y algún chorizo y al "BARRANCO, CASA DE PIERRES". Nunca la olvidaré.

Tanto mis hermanas como yo nos fuimos de criadas, hoy conocidas como "empleadas de hogar", que es más fino, pero el trabajo es el mismo. Lo que ganábamos, que era poco se lo mandábamos a mi madre para que comieran los que aquí se quedaron. Las jornadas no eran de ocho hora como ahora, eran de sol a sol. Yo eso lo llevaba muy mal, pues no podía comprender esa situación tan mala siendo una niña. Tengo que reconocer que dos de mis hermanas, Elvira y Maruja, tuvieron peor suerte que yo. Toda la vida sirviendo y cuando se casaron con dos buenos muchachos, Francisco y Pedro, y siendo muy felices, un fatal accidente de avión las dejó viudas como todos sabéis. Se quedaron con cinco niños pequeños y muy jóvenes. Solo Dios y ellas sabrán lo que pasaron en Elche, donde vivían, para sacarlos adelante trabajando veinticuatro horas al día.

Yo sigo soltera y feliz.

Voy a contaros como era mi habitación hace sesenta años: Era el cuarto trastero, donde tenían el saco de las patatas, trapos de limpieza, escalera, zapatos de toda la familia, algunas cucarachas y mi cama. Las noches las pasaba llorando como una tonta, contra Dios y contra todo el mundo, jurando y perjurando que jamás me casaría ni tendría hijos pues no quería esta vida para ellos ni para nadie. Entonces yo tenía unos diez u once años.

Pasó algún tiempo y me hice mayor, aunque no de talla. Me dio por leer mucho a Santa Teresa, al Padre Damián, etc. Me encontraba más tranquila y conforme con mi suerte y lo llevaba todo mejor, y me decía: "Catalina, si no te casas ni tienes hijos, que vida más triste y que parásito". Pensé en meterme a monja para ser misionera, y así fue. Creo que no tenía vocación. Ingresé en la Orden de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana en Madrid, en el Sanatorio del Rosario, como probante, durante un año. Hacía toda clase de labores ayudando a las hermanas. Pasado un tiempo me enviaron al País Vasco, para hacer el noviciado, a un pueblo que se llama Lasao, cerca de Zumárraga.

Estuve dos años, hacíamos oración, labores de todas clases y criábamos cerdos con los que luego hacíamos matanza. Aquí hice mis primeros votos que eran tres; pobreza, castidad y obediencia. Para la pobreza no tuve ningún problema ya que la había estado practicando toda mi vida. La castidad, con la ayuda de Dios y oración se puede llevar. Lo peor fue la obediencia. Al año empezó mi martirio ya que raro era el día que no me caía alguna bronca. Me trasladaron a Pamplona (donde los Sanfermines), a la Clínica de San Juan de Dios. Todas las monjas miraban para abajo, yo para arriba. Andaban siempre muy despacio yo siempre corriendo. No se podía hablar, yo, no cerraba la boca. Total, un desastre. Me parecía a Gracita Morales en la película "Sor Citroen". La Madre Superiora me decía de todo menos bonita; "Usted en vez de una monja parece una vedet de tres al cuarto pues toda nuestra comunidad esta constipada del aire de sus hábitos. Tiene que cambiar o no será nunca una buena monja". Yo me esforzaba todo lo que podía pero iba de mal en peor, total que mi situación era igual que cuando pasaba hambre y me dije; "Catalina cuelga los hábitos que más vale ser una buena cristiana que una mala religiosa". Hablé con la madre superiora y todos los malos defectos que tenía se convirtieron en virtudes. Me sacaron tantas cosas buenas que hoy con ochenta años no me las veo. Como no me convenció me mandaron de nuevo a Madrid a la Casa Madre que está en la zona de Moncloa, donde vive Rajoy. Como seguía en mis trece, salí por la puerta grande como los toreros.

Volví a mi trabajo de fregona, que es lo mio, y con mis treinta años a una nueva vida. Como toda mi familia estaba mejor de dinero, lo que ganaba era para mí. Yo gracias a Dios no perdí mi fe, pues sin El no soy nada. solo quería jubilarme y volver a mi pueblo y así lo hice. Vendí mi piso de Elche para arreglar la casa en la que vivo y aquí estoy.

Tengo que dar las gracias a todo el pueblo que me acogió muy bien y también a las "VIUDAS", que se hicieron mis amigas.

Bueno, y como ya os he dado bastante la lata no quiero cansaros más. Gracias a todos por escucharme, a la Comisión de fiestas por elegirme como Pregonera de estas fiestas, y os diré que es la primera vez en mis ochenta años que me he sentido como si fuera Camilo José Cela.

Felices Fiestas a todos y viva Santa Quiteria.




aminguez/2015
fotografías pertenecientes a la colección comisión de fiestas 2015 tomadas de facebook


   
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