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PREGÓN DE
ASENSIA VILLENA SÁNCHEZ,
PARA LAS FIESTAS DE SANTA QUITERIA 2014.

Queridos vecinos y paisanos:

Es un orgullo para mi ser la pregonera de las fiestas 2014, honor que nunca imaginé que fuera a tener.


El alcalde presentando a la pregonera 2014

Os diré que soy una mujer sencilla, normal, sin ningunos estudios. Es la vida la que me ha enseñado mucho y he aprendido todo por mi cuenta. Son estas vivencias las que hoy quiero compartir con vosotros, porque pienso que muchos os sentiréis identificados conmigo, cuando ya hemos visto pasar 70 años por delante, y para que la gente joven sepa como los hemos vivido y vean que hubo otras formas de vida, ni mejores ni peores, distintas.

;Nací un 2 de febrero de 1944. Mis padres, Pedro y Consolación. Soy la pequeña de 4 hermanos: Anita, José, Blas y yo. Cuando tenía 2 años mi padre se fue a los Morabios de labrador, con los padres de Tortosa, así que me crié en plena naturaleza. Éramos sólo dos vecinos, la familia de Benito el de Abraham, que estaba de labrador con Dionisio Fresneda, y nosotros. Allí nacieron los hijos de Benito y Ramona. Aquellos tiempos los recuerdo con mucha añoranza, Por cierto, que mi madre y Presenta, que vivía en la Breña, hacían de comadrona y enfermera.

No fui a la escuela aquí en el pueblo, pero tuve la suerte de que Dionisio, “el Caprichoso” fuera por las aldeas enseñando a los críos, aunque no era maestro. A mí me enseñó las primeras letras y a hacer cuentas. Algunas veces, aprovechando que mi tío Paco vivía en La Cañada Pajares también me iba allí a dar mi clase. Yo sería como es ahora mi nieta y tenía miedo de ir sola porque decían que había maquis, y por eso me acompañaba mi perra Estrella, que me esperaba el tiempo que hiciera falta.


Haciendo el pregón a Higueruela, desde el balcón del Ayuntamiento

Después fui con Doña Aurora, una mujer extraordinaria que vivía en la Breña. Allí íbamos todos los niños de las aldeas cercanas. No llevábamos tantos libros como ahora, solo una enciclopedia, Nueva Enciclopedia Escolar, Grado Tercero, que aún conservo. Por la tarde nos enseñaba a bordar a las niñas.

Mis juegos eran la comba, el tranco, las pedretas, las tres en raya.

No teníamos luz eléctrica y nos alumbrábamos con candiles y carburos. En las frías noches de los inviernos nos sentábamos alrededor de la lumbre donde Paco El Duque nos leía cada día un capítulo de una novela. Recuerdo dos títulos: El Barbero de Sevilla y Los mártires de Buenos Aires.

El verano era más alegre. Había mucha gente entre la siega y la trilla. Al atardecer venían los segadores y después de la cena salían al fresco de tertulia. Unos cantaban, otros echaban chistes. Aquellos hombres también tenían su arte y su valor y con que poco nos conformábamos. A mí me gustaba mucho subir al trillo y trillar mientras mi padre y mis hermanos daban la vuelta a la parva. Las mujeres por la noche nos reuníamos casa de Elia Cano a rezar el Rosario, ya que en verano venían los dueños.

No teníamos frigorífico ni congelador, pero la gente se daba sus mañas. El mataero era un arreglo muy bueno para todo el año. Los salchichones se conservaban entre el trigo en un saco de tela y las longanizas y el lomo, en las orzas.

Los melones y las uvas las colgábamos en la cámara y con los tomates maduros hacíamos conserva. Los tomates verdes los echábamos en aguasal y nos los comíamos de entremés. Mi padre pisaba la uva para hacer vino y mi madre hacía arrope con el mosto. El pan lo cocíamos en nuestro horno.

Recuerdo también a los vendedores que iban por las aldeas. Jacinto Bocagrande y Guerrilla, que en sus carros llevaban un pequeño supermercado.

En los Morabios me enseñó mi madre a pintar rollos de Santa Quiteria, pues siempre pintaba media caridad. Eran los mayordomos de la Fiestas los encargados de estos asuntos. Ahora me gusta como lo hacen las comisiones, pues participamos muchas mujeres y sobre todo, la afición que tiene la gente joven por aprender y seguir nuestra tradición

;Cuando llegaba el día 21 mi padre enganchaba el carro y nos veníamos al pueblo. Que contentos nos poníamos porque veníamos a las fiestas. Nos quedábamos casa de mis abuelos Capiches o Madrona. Por la noche, al castillo, que siempre terminaba con la imagen de Sta Quiteria. Al día siguiente, a la procesión y a misa, que venía un orador y predicaba desde el púlpito. Las atracciones que había eran las barcas y las cadenetas. También recuerdo las verbenas que se hacían en jardín.

Cuando nos vinimos al pueblo yo tenía 14 años. Mi madre quería que me enseñara a bordar a máquina y a coser y cuanto se lo agradezco y que bien que aprendí, porque hay ver el rendimiento que le estoy sacando a eso de coser.

Por aquel entonces no había agua en las casas y teníamos que ir a la fuente con nuestros cántaros y botijos. Lavábamos la ropa en el Charco o en las balsas. Amasábamos el pan en las casas y lo llevábamos a cocer al horno. Yo recuerdo 4 hornos: José Cerro pardo, Pepe, Benito Marín y el Rojo Valera. Nos tocaban a la puerta para avisarnos de que teníamos que amasar. Después recogían los escriños. Cada mujer llevaba su señalador con sus iniciales para el pan, para saber cuál era el suyo.

Cuando se acercaban las vísperas de las fiestas había revuelo en los hornos por ver a quién le tocaba hacer el batido de las madalenas. Y es que al llegar la primavera ya olía a fiestas. Las mujeres empezaban a encalar sus fachadas con aquellos mojacos hechos con paja de centeno, y a preparar las calles para que cuando pasara la procesión estuvieran blancas y bonitas.

Las vísperas de las fiestas era un trajín para los sastres y modistas que tenían que tener acabados los trajes y vestidos que estrenábamos el día 22 ya que entonces solo estrenábamos ropa en las Fiestas y en las Pascuas. Porfirio, Domingo, Paco Marín, María del Rey, Micaela y Mª Ángela eran algunos de ellos.

Por entonces, primeros años 60, Yo era como el comodín de mi casa. Al ser la pequeña, donde hacía falta, allí me ponían. Que mi hermana me necesitaba, pues allí que iba la Asensín, que le tenía que ayudar a mi hermano José, pues me iba a Albacete, aunque eso me gustaba mucho.

Muy joven empecé de novia con mi marido. Con 22 años me casé y me fui a la Posada.

Imaginaros, acostumbrada a coser y bordar, donde me metí…, pero enseguida me acostumbré. Tuve una buena maestra en mi suegra.

Venía mucha gente, unos sólo comían y otros se quedaban a dormir. Viajantes o gente que venía a vender. En el verano venían varias familias a veranear y llegamos a hacer tanta amistad con ellos que nos tratábamos como familia.

Hubo unos años en los que no teníamos banda de música. Venían bandas de fuera, de Caudete, de Tarazona…llegaban el 21 y se marchaban el 23 después de la procesión. ¡Claro, y venían a parar a la posada!

Por otra parte, mi marido siempre ha sido muy negociante y yo siempre le ha apoyado.

Ha desempeñado los oficios más variados, desde taxista hasta farmacéutico, pasando por vendedor de casi todo (desde sardineta a motos), constructor y funerario.

A principios de los 70 compramos una vajilla para alquilarla en las bodas, que se hacían en las casas particulares. Más tarde se hacían en el casino. No tardamos mucho en hacer sociedad con Quiteria la de Agustín y empezamos a hacer las bodas nosotros. Cuando se casaron Agustín y Aurelia, seguimos los cuatro. Después hicimos el salón nuevo y seguimos igual con ellos. Por cierto, el 12 de Mayo hizo 40 años de nuestra primera boda. Se casaron Abraham y Teresa.

Formamos un equipo muy bueno corriendo aventuras y haciendo bodas fuera, como cuando nos íbamos a las hogueras de San Juan con la furgoneta cargada de todo. Esto ahora se llama catering

Cuando nos hacemos un poco mayores el trabajo nos pesa y por eso el negocio se lo pasamos a nuestros hijos.

Otra experiencia muy buena que he tenido fue mi viaje al Sahara. Allí lloré mucho al ver cómo vivían aquellas gentes. Ellos sí que valoraban lo que les dabas y lo poco que tenían te lo ofrecían. Me enseñaron a valorar más las cosas.

Experiencia con los mayores también tengo alguna, y de ellos he aprendido mucho.


Higueruelanos esperando que comience el pregón

Como veis, a cada uno le toca vivir una época y tener unos recuerdos y unas experiencias distintas. Ahora, desde la perspectiva que me da la vida tengo que deciros que veo un pueblo vivo, activo donde se han fomentado mucho las asociaciones y donde todos pertenecemos a alguna: música, jubilados, amas de casa, jóvenes, AMPA, ciclistas, moteros, senderistas, cazadores, Diviértete, fútbol, peñas.. ¡Yo qué sé cuántas!

Y la cantidad de actividades que promueven éstas junto con el Ayuntamiento. Quien me iba a decir a mí que iba a hacer yoga o a aprender solfeo, bueno sí, que yo me atrevo con todo.

Higueruela es un pueblo muy acogedor. Toda la gente que viene de fuera se siente como en casa. Eso no lo digo por decir, lo sé de primera mano por mi paso por la Posada, de la misma manera que los de aquí nos volcamos con ellos y con nuestros propios vecinos. Creo que somos muy solidarios, y me viene a la cabeza justamente unas vísperas de fiestas en la posada cuando ya tenía todas las camas preparadas para los músicos, lleno total, que cayó una tromba de agua de Padre y muy Señor Mío, que bajaban las escaleras como una catarata.

Acudieron todas las vecinas sin tenerlas que llamar, Tuvimos que encender la estufa para poner a secar los colchones. Tenía un conejo atado de los pies para matarlo para la paella, y al pobre no le valió. Si no hubiera sido por ellas a mí me da algo aquel día. Ejemplos como este, podría nombraros algunos.

Yo creo que toda mi vida he vivido para los demás pero así he sido y soy feliz.


La presidenta de la Comisión entregando una placa de recuerdo a la pregonera

Tengo un marido muy bueno y unos hijos y nietos maravillosos. Somos una piña.

Pero no siempre es todo bueno, la vida nos da palos y a veces muy fuertes, pero Santa Quiteria nos da fuerza para seguir caminando. Le pido que nos ayude a todo el pueblo de Higueruela y a los que viven fuera, y que interceda por todos los que ya no están con nosotros.

Doy gracias a la Comisión por acordarse de mí. Cuando me lo dijeron pensaba que no podría, pues me veía incapaz de dar un pregón, pedro después he disfrutado mucho recordando tantas cosas.

¡FELICES FIESTAS A TODOS!

¡Viva Santa Quiteria y Viva Higueruela!


Asensia, la pregonera, en la ofrenda de flores celebrada momentos antes de "El pregón".


Acompañada de la Comisión de Fiestas 2014

aminguez/2014

   
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