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PREGÓN DE
JOSE COPETE NAVARRO,
PARA LAS FIESTAS DE SANTA QUITERIA 2013
Querido pueblo de Higueruela. Estimados convecinos. Buenas tardes a todos vosotros y a aquellos que durante estos días tan singulares nos visitáis para compartirlos con familiares y amigos y para honrar la memoria de Santa Quiteria.
¡Buenas tardes! a estos jóvenes (majos y majas) que, como representantes de nuestra pequeña comunidad, han comenzado a vivir unos días emotivos y que siempre recordarán con mucho afecto.
¡Buenas tardes! a la Comisión de Fiestas “Higueruela 2013” que, si bien para nosotros van a ser unos días festivos, para ellos serán unos días de mucho trabajo, mucha actividad y poco descanso. Deseo que todo se desarrolle según vuestras previsiones y que con la traca final sintáis la satisfacción del trabajo bien hecho.
¡Saludos a la Corporación Municipal!, como responsable última del buen funcionamiento de nuestra vida cotidiana en Higueruela.
Y un recuerdo especial para todos los que ya no están entre nosotros. Aunque su silla esté vacía, nadie se va definitivamente mientras haya una persona que lo recuerde.
Cuando las fiestas se van acercando, damos un repaso a nuestra casa desde dos perspectivas: por un lado, echamos la vista atrás y quitamos, eliminamos o nos deshacemos de cosas que consideramos que están caducas o ya no nos son útiles y, por otro lado, miramos hacia el futuro y la limpiamos a fondo y nos vestimos con nuestras mejores galas para ofrecernos a nosotros mismos una imagen mejorada.
Cada una de las personas que vivimos las fiestas tenemos una visión de las mismas totalmente personal, dependiendo de las vivencias pasadas y de los proyectos futuros.
A nivel personal, tengo que decir que nací en Vianos y allí pasé mi infancia hasta los 11 años, edad en la que, por razones de estudios me tuve que desplazar lejos de la familia.
Llegué a Higueruela a comienzos de julio de 1966, con 13 años, aunque mi familia llegó, ¡qué casualidad! El día 23 de mayo, en plenas fiestas, al ser trasladado mi padre por su condición de funcionario.
En esa etapa que vivimos entre niño y adolescente, los cambios de amigos y compañeros pueden afectar de diversas y variadas formas; sobre todo, en aquellos tiempos en los que la movilidad y los desplazamientos eran más escasos. A mí me costó bastante, posiblemente por mi carácter introvertido; no me refiero a no encontrar amigos, que los tuve; sino a carecer de la sensación de pertenecer a un grupo o a una pandilla, tan necesaria a esas edades.
Yo tenía ya 17 años cuando viví por primera vez unas fiestas en Higueruela, de las que guardo un recuerdo agridulce. Dulce, porque mi hermana era la reina de las fiestas y vivimos intensamente ese acontecimiento en familia; agria, porque al día siguiente me esperaba un examen de Griego, al que llegué con una deficiente preparación y, claro, me quedó para septiembre. Por eso, pienso en los jóvenes estudiantes cuando, en plenas fiestas, muestran su preocupación por los exámenes de los días siguientes.
También pienso en las personas que nacisteis en Higueruela y, por diversas razones, gran parte de vuestra existencia la habéis vivido en otras localidades. Seguramente tengáis los sentimientos que tengo yo. Por un lado siento “morriña” por el pueblo que me vio nacer y donde, en cada uno de sus rincones, tengo una vivencia infantil. Por otro lado, siento un cariño especial por Higueruela, mi pueblo de adopción, al que me siento tan íntimamente unido que, cuando decidí como adulto fijar mi residencia en él, lo hice con la plena convicción de alcanzar aquí mi jubilación, lo que acabo de hacer realidad.
Yo tuve una infancia y una adolescencia muy dilatada en el tiempo. Con 18 años aún me consideraba un adolescente hasta que me sucedió una anécdota que me abrió los ojos para ver que esos momentos ya habían pasado:
Siendo estudiante de magisterio bajé al campo de fútbol para jugar un partido. Había unos niños echando pies para comenzar a formar los equipos; yo les manifesté mi intención de jugar con ellos; uno de los que elegía dijo: “el hombre con nosotros”. Miré a izquierda y derecha para comprobar cuál de los presentes podía pasar por hombre y ahí me di cuenta que, para los niños, el hombre era yo.
Con esta anécdota quiero deciros que mi vida ha estado y está muy ligada a la infancia, adolescencia y juventud, bien a través de mi profesión o a través de mis aficiones musicales; y es en ellos en los que voy a centrar principalmente este anuncio de nuestras fiestas 2013, sin poder renunciar a darle un toque particular como docente.
Allá por el año 1979 y siendo mi tercer año como maestro, di mis primeras clases en Higueruela a los alumnos que terminaban octavo de EGB. Hoy, aquellos adolescentes, nacidos en el año 1966 (el mismo año en el que yo vi Higueruela por primera vez), son los actuales responsables de los actos que estamos celebrando. Me siento muy orgulloso de haber puesto mi granito de arena en vuestra formación y muy agradecido de que me hayáis elegido para anunciaros estas fiestas en el año de mi jubilación, lo que ha sido totalmente casual, ya que cuando me lo propusisteis, ni vosotros ni yo lo sabíamos todavía.
La juventud es un tesoro muy difícil de valorar en su justa medida. Cuando la tenemos no somos conscientes de su importancia y pasa desapercibida porque la vemos como el estado natural; pero cuando comienza a irse, intentamos agarrarnos a ella para que no se aleje o lo haga de forma lenta. Si acudimos al maquillaje, que no sea solo el externo, el visible, el físico, sino que también sea de espíritu, de mentalización, de evolución y cambio en paralelo con los cambios juveniles.
La juventud es enérgica, aventurera, audaz. Es cierto que hay grupos de jóvenes descontrolados que se arriesgan y ponen en peligro a los demás, pero hay muchísimos más que marchan por caminos correctos y que solo necesitan una disciplina, una orientación, un rumbo que tengan sentido para ellos. En ocasiones intentamos domesticarlos y ahí puede estar nuestro error como adultos y educadores.
A veces sentimos la necesidad de recordarles y echarles en cara algo que, desde nuestro punto de vista, hacen mal, porque es nuestra responsabilidad. Sin embargo, cuando obran correctamente, pensamos que es innecesario reconocérselo y también es nuestra responsabilidad.
Por lo tanto, necesitan una dosis razonable de reconocimiento para mantener su autoestima, pero en su justa medida, sin pasarnos y huyendo de mimos absurdos.
Desgraciadamente, nuestra sociedad actual les ha cerrado muchos de esos caminos que sí tuvimos en épocas pasadas, pero debemos darle la vuelta a esta situación para sacar partido de la realidad.
Hoy, nuestros jóvenes están viviendo un momento difícil y en muchos de nuestros hogares lo estamos sintiendo. A pesar de ser una generación muy formada y competente, qué gran porcentaje de ellos anhela y desea tener la posibilidad de entrar en el mundo laboral.
Varios de los jóvenes formados aquí, con las raíces en nuestra tierra y nuestro esfuerzo, tienen que irse lejos, algunos al extranjero, como lo hicieron muchos de nuestros mayores en su juventud. Ante lo inevitable y gracias a esa formación, vamos a apreciar también todo lo positivo que de ello se pueda derivar: conocimiento de otras culturas, intercambio de opiniones diferentes, experiencia profesional, aprendizaje de idiomas (que tanto nos cuesta a los españoles)…, con la esperanza de que un día, no muy lejano, vuelvan a casa y entre ellos y los que nos quedamos aquí demos un giro espectacular a estos momentos preocupantes y difíciles que nos toca vivir. Seguro que lo conseguiremos.
Otra de las facetas que tiene un significado muy especial para mí y me ha seguido relacionando con la juventud es esa disciplina creativa, artística, universal, que facilita las relaciones y aumenta el compañerismo. Es una forma de comunicación que llega, incluso, a superar a la palabra para expresar nuestras emociones y sentimientos: LA MÚSICA.
Es el alma de las fiestas. No se puede entender unas fiestas sin su música. ¿A quién no se le ha erizado el vello cuando ha oído esos compases que tanto emocionan? ¿Quién no cimbrea su cuerpo cuando escucha un ritmo que se aproxima?
¡Qué tiempos aquellos en que se esperaba que la Banda llegara a la Posada! Y cuando se iban, parecía que las fiestas se quedaban un tanto huérfanas. Hoy la tenemos continuamente, bien a través de nuestras dos bandas (senior y juvenil) como a través de la infatigable charanga.
Hoy, todos, cualquiera que sea nuestra edad, estamos invitados a recibir la oportuna formación para aprender a tocar un tema determinado porque, si la música emociona cuando la escuchas, no os imagináis lo que se siente cuando la interpretas. Cuando descubres este mundo mágico y aprendes a apreciarlo, te abraza de tal manera que quedas rendido a su embrujo para siempre. Todo en ella es importante y hasta el silencio es una pieza clave.
Nuestra banda cuenta con una historia de 33 años y, cruzando la barrera de los 25, los avances técnicos nos dieron la oportunidad de dejar constancia del esfuerzo y dedicación a través de la grabación de un disco conmemorativo en el que, además, pudimos inmortalizar el himno dedicado a nuestra patrona Santa Quiteria.
Los que hemos visto a nuestra Banda nacer, crecer y desarrollarse sabemos el esfuerzo y las satisfacciones que llevan consigo. En todo este tiempo, muchos jóvenes higueruelanos han pasado por ella y se han formado musicalmente en ella y, aunque por diversos motivos, algunos han tenido que abandonarla, en las nuevas generaciones vamos encontrando niños que se ilusionan con la música, siendo el recambio perfecto.
En todo este tiempo hemos ido acumulando variadas vivencias y anécdotas que, cuando las recordamos, tanto si han sido positivas como negativas, le echamos ese punto de humor y esa chispa que solemos darle a los recuerdos:
“Entrar en una localidad empujando al furgón que llevaba los instrumentos, por avería. Olvidarnos el bombo cuando fuimos a tocar a otro pueblo”. Hemos pasado desde comentarios como: “Ésta es la peor banda” a otros como “No esperábamos que tuvieseis ese nivel tan alto”.
A nivel personal, tengo que agradecer a la Banda el haber aceptado tocar en las fiestas patronales de Vianos del año 2004. Junto a mis hijos, viví unos momentos muy emocionantes. Fue casi un sueño. Unir en unos actos a mi pueblo natal con Higueruela, mi pueblo de adopción.
No es necesario decir que los que nos encontramos aquí sentimos algo especial por Higueruela y hemos trabajado de manera altruista y desinteresada en muchas ocasiones por nuestro pueblo; por ello, he evitado hasta ahora nombrar específicamente a alguien porque sería imposible nombraros a todos, pero voy a hacer una excepción recordando a una persona que ha estado muy relacionada con nuestro pueblo y es parte de nuestra historia y nuestras fiestas, muy influyente en nuestra etapa juvenil.
Lo visité hace unas semanas. Llamé con unos suaves golpecillos en la puerta de su habitación y oí su todavía cálido, firme y acogedor tono de voz: “¡Adelante!”
Los años que vamos cumpliendo te van manoseando y no te perdonan. No sé si me reconoció en la conversación que tuvimos, pero cuando entré y lo saludé me dio un abrazo diciendo: “¡Hombre, una voz familiar!” .
Fue el primer pregonero de las Fiestas de Higueruela, allá por el año 1988. Como muchos de vosotros habréis intuido ya, me estoy refiriendo a Felicísimo Pereda (conocido entre nosotros como D. Felix).
Desde hace tiempo inmortalizó con imágenes muchos de nuestros momentos: acampadas, viajes, actividades al aire libre, vendimia, matanza del cerdo, coches de choque, cucañas… Estas imágenes que en un principio son solo recuerdos, con el paso de los años van formando la historia de nuestro querido pueblo de Higueruela.
También quiero dirigir unas cálidas palabras para nuestros abuelos (yo ya lo soy). Primero, porque tuvieron su época de jóvenes y rememoran en sus nietos aquellos tiempos pasados y, por otra, porque dadas las condiciones laborales de sus hijos, son una parte muy importante en la educación de las jóvenes generaciones. Un abrazo especial para todos vosotros.
He sido un maestro vocacional y es imborrable el hermoso recuerdo que me llevo de los 31 años dedicados a la escuela de Higueruela y a toda su comunidad educativa. Permitidme un entrañable abrazo al alumnado del que he sido tutor los tres últimos cursos, en representación de todos los demás que habéis pasado por mi aula. Me emociona ese saludo tan afectuoso que me dispensan cuando me ven por la calle o vislumbran a lo lejos mi viejo e inseparable Dyane 6.
Estimados paisanos. Quiero a Higueruela y me siento muy querido en Higueruela. Mucha influencia en ello ha tenido también mi mujer, una higueruelana de “pura cepa” que se siente orgullosa de sus raíces. Es consciente de mi afición por la música y le agradezco los 33 años que lleva recorriendo las procesiones sin poder acompañarla. Siempre me ha dado apoyo y seguridad.
Junto a toda mi familia, y especialmente la más próxima: mi mujer, mis tres hijos, con sus respectivas parejas y mi nieto (aunque aún no habla demasiado) os deseamos unas felices fiestas.
Y aunque no soy muy dado a los vítores, hoy los voy a hacer porque la ocasión lo merece:
¡¡ VIVA SANTA QUITERIA !!
¡¡ VIVA LA JUVENTUD !!
¡¡ VIVA LA MÚSICA !!
¡¡ VIVA HIGUERUELA !!
aminguez/2003 |
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