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PREGÓN de Francisco García Piqueras,
PARA LAS FIESTAS DE SANTA QUITERIA 2008.
Queridos vecinos y paisanos, muy buenas tardes.
Cuando fueron a visitarme Gloria y José Luis (componentes de la Comisión de Fiestas) para pedirme que fuera el Pregonero, era un Domingo frío del mes de Febrero, el día 17, y la verdad es que les pedí unos días para pensármelo antes de tomar la decisión. Así lo hicieron, y pasados dos días les llamé y les dije que sí.
Pensareis que porqué tenía que dudar de algo tan halagador para mí. Mi duda, no era otra que saber si sería capaz de reflejar y transmitir en unos pocos folios el cariño, la emoción y un cúmulo de sentimientos que se me agolparon en ese momento: pues hablar de mi pueblo, es hablar también del de mis padres; hablar de mis paisanos, es hablar de mis amigos, es hablar del pueblo de mi niñez y del de mi adolescencia; un cariño y una emoción que se acrecentaba cuando más lejos de mi pueblo me encontraba. Es, en definitiva, hablar de todo aquello que ha marcado tu vida y que te ha forjado como persona.
Me vienen a la memoria recuerdos de los parajes como la Cueva del Gato, la Fuente del Rincón donde íbamos a poner liga, que previamente teníamos que hacer buscando las Talleras para sacar el aljonje, picarlo y preparar los utensilios, y la Liga con los espartos de esta forma tan artesanal. Hoy puede que esto esté mal visto, pero son experiencias que muchos de nosotros hemos vivido y, estaréis conmigo que esto no se olvida nunca.
Recordar a las amigas y amigos los domingos dando paseos por la carretera, en El Palomar, en La Rambla. Las paellas cuando éramos un poco mayores y nos lo podíamos permitir, y, el postre, una buena sandía; nosotros entonces le llamábamos melón de agua.
Las escuelas de Dña. Isabel, D. Juan Manuel, D. Julio; los recreos en La Gila. Éramos felices jugando a las carpetas, al "guá", al “zompo”, al fútbol y a las espadas; juegos algunos peligrosos como las pedreas …. Porqué no decirlo. Era lo que entonces había. No existían ordenadores, Nintendos, Wiis……… que después han tenido nuestros hijos y nuestros nietos. Creo que ellos se han perdido aquello; incluso se han perdido las travesuras que nosotros hacíamos, algunas peligrosas. Nos castigaban nuestros padres (hoy creo que ya no pueden hacerlo) nos decían que éramos malos (Yo nunca tuve en mi conciencia que fuese malo). Lo que sí éramos, era traviesos. Pero esas travesuras, esas experiencias, creo que sirvieron para hacernos fuertes y forjar nuestra vida luchando en los destinos que a cada uno nos fueron deparando.
En el pueblo aunque todos éramos amigos, existían nuestras cuadrillas. Entre las amigas, entre otras, se encontraban Aurelia de Agustín, Mª Paula, Sebastiana, Tomasita, Encarnita, Mª Juana, Asensin, Isabel de Madrona y alguna más. Y entre los amigos se encontraban Alfonso el de la Posada, Juanito el Carpintero, Fernando el de Truco, Esteban el de Benito, Víctor el de Agustín, Pepe Tortosa, Jacobo y entre ellos “Piqueras” el de Pascualete.
El llamar a todos por su nombre y a mi por el apellido, se lo debo a mi abuela, que al tener tres nietos llamados Paco; al mayor, al de mi tío Alfonso le llamaba Paco el “Bueno”, al de mi tía Catalina le llamaba “Tolsada” y a mi “Piqueras”, y este nombre, que es mi segundo apellido, es el que he llevado toda mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Pocos son los que me llaman por mi nombre ó mi primer apellido; siempre he sido más conocido como “Piqueras”. Como ejemplo, mi mujer, Sebastiana Zornoza, aún sigue llamándome Piqueras, a pesar de estar casados 42 años; en el pueblo, en Albacete e incluso en el extranjero, era tan natural para nosotros que no nos dábamos cuenta que en muchos casos, entre compañeros de profesión y amigos producía extrañeza que mi mujer me llamase Piqueras, hasta que al final se acostumbraban, claro.
Recuerdo una anécdota, en uno de los viajes fuera de España con otros compañeros de otras Ciudades, junto con sus esposas, ante la curiosidad que despertaba el hecho de que mi mujer me llamase por el apellido, cuando estábamos ya a solas en la habitación, mi mujer algo preocupada me dijo muy seria: A partir de mañana te voy a llamar Paco, ¿verdad Piqueras?.. Sigue llamándome Piqueras.
Ya en mi juventud, la que os puedo asegurar fue muy feliz en Higueruela, me vienen a la mente lugares tan entrañables como los cines de Ibáñez y Abellán, las verbenas en el jardín y reuniones en el Casino del Maleno, el Casino de Agustín, los Verdejos, bebiendo las Cuervas en invierno y las Palomas en verano, que nos animaban para atrevernos un poco más con las amigas. Os puedo asegurar que no sería tan mala la fórmula, ya que la mayoría de amigas y amigos que antes os he comentado de la cuadrilla nos hemos casado, y casi todos somos ya felices abuelos.
Recordáis la Murgas? En mi memoria guardo divertidos y agradables recuerdos de grandes artistas. Siempre me parecía que tenía madera de gran profesional Lucas Fortuna. Sigo sintiendo un gran aprecio a esta persona.
Otra de mis aficiones era la bicicleta, hacer piruetas, conducir de espaldas, hasta que ya un poco mayores nuestros padres nos compraban motos. Hoy, a pesar del tiempo transcurrido, esta afición la conservo intacta y con toda la ilusión. No como entonces, con los piques que sin querer hacíamos: Juanito el Carpintero con su MV, Jacobo con su Ossa, Fernando el de Truco y yo con las Montesas, creo que algún otro tenía una Peugeot , y todo esto por carreteras sin asfaltar con el peligro que ello suponía; pero todo afortunadamente salió bien y hoy son gratos recuerdos de juventud en nuestro querido pueblo de Higueruela.
¿Y las Romerías en Oncebreros entre Higueruela y Hoya Gonzalo? Parece que el invento no tuvo mucha fortuna, y si no me falla la memoria creo que llegó a suspenderse algunos años, pero no por ello dejan de ser recuerdos entrañables.
Y es que de mi pueblo, de nuestro pueblo, Higueruela, siempre me he sentido orgulloso, y lo he pregonado por todos los rincones donde he estado, con sencillez como es nuestro pueblo, pero con el orgullo de pertenecer a un pueblo, pequeño, si, pero para mí era el mío, el mejor.
Los JUEVESLARDEROS con D. Juan Manuel, nuestro maestro de escuela, entonces se llamaban así. Casi todos los años el destino era Hoya Mañas, desfilando con un gran talego a las espaldas. Para ese día nuestras madres nos preparaban una gran merienda que nos ponían a la espalda con un talego atado en un extremo con la ayuda de un huevo duro cocido para que no se escapara la lanzada que hacíamos con la cuerda.
Después cuando fuimos siendo mayores y nos juntábamos con las amigas, estos juevesladeros ya tomaban el cariz propio de la adolescencia. Recuerdo lo importante que para nuestra cuadrilla era ese día; acordábamos el lugar de celebración; si hacía buen tiempo buscábamos una aldea o paraje para celebrarlo, y si el tiempo era malo siempre había una madre que nos acogía en su casa. Gratos recuerdos de las casas de algunas de las amigas. Tanto tirón e ilusión tenía ese día de jueveslardero que recuerdo una anécdota de un amigo: Fernando el de Truco, que con su Montesa se desplazó desde Montealegre a Higueruela con medio metro de nieve para reunirse con las amigas.
Recuerdo, también, con cariño y nostalgia, que un año, mi padre, Pascualete, como era conocido en el pueblo, a petición nuestra nos llevó a Bete a toda la cuadrilla en el tractor, era un privilegio ir subido en el remolque con un banco de madera y unas sillas que mi padre había preparado para este turístico viaje. Lo celebramos en el monte; hacía un buen día, todos podréis imaginar que además de una buena merienda ocupábamos el tiempo en algunas otras actividades. Gratos recuerdos. Un amigo mío, Pepe Tortosa ha sido y sigue siendo el más ferviente servidor y defensor de esta causa.
Otras actividades que recuerdo de mi juventud en Higueruela, nuestro Pueblo, aparte de jugar al "guá" en la Posada y en la Plaza, durante los recreos, bajo aquel gran olmo en el centro, terminada la escuela o durante los días festivos, practicábamos a veces otro deporte; la Caza; una caza muy especial, además de poner liga para los pájaros (como he comentado anteriormente), estaban los expertos en cazarlos con el tirachinas. Ya entonces había quien tenía un rifle de aire comprimido, pero esto era ya un capricho o lujo al alcance de muy pocos. Con el tirachinas, recuerdo entre otros la gran puntería y destreza de Blas el Maleno. Otro entretenimiento era sacar nidos. ¡Que disparate! Creo que esto no debería decirse hoy, en estos tiempos, pero si quiere uno ser fiel a la historia, era otro de los entretenimientos.
Después de este repaso de lo que fueron nuestros recuerdos de la niñez y adolescencia entramos ya en otra etapa de la vida más seria y responsable. Los años fueron pasando y llegaron los noviazgos formales y los matrimonios.
Con frecuencia me viene a la memoria el cambio de Cura en Higueruela. Después de D. Juan Cortés, persona seria, que nos infundía un gran temor y respeto, vino un joven sacerdote D. Vicente Ramos. La cuadrilla nos hicimos pronto muy amigos de él. Fue para nosotros, una forma nueva y distinta de atraer a los jóvenes. Siempre me acordaré que en muchas ocasiones nos llamaba “gamberros”. Yo por entonces no tenía muy claro el significado de aquella palabra, pero intuía por donde podía ir, y puede que el hombre, en el fondo, tendría sus motivos.
De nuestra pandilla de amigos, la verdad es que fuimos muchos los que con el tiempo llegamos a casarnos. Era lo que se llevaba. Recordad lo serio que era aquello entonces, pues basta acordarse de que para ir al cine de novios, solo podíamos ir si nos acompañaba la suegra, la cuñada o la persona de confianza. ¿Verdad que esto ha cambiado?
Pues bien, cambiando de tema, permitidme entrar en el terreno laboral y profesional con las gentes de mi pueblo.
Mi primer empleo fue en la Hermandad de Labradores y Ganaderos, después de algunos otros cambios, han pasado hoy a ser conocidas como Cámaras Agrarias. Allí empecé a tener contacto y conocer a los hombres de Higueruela; yo entonces era muy joven.
Después del Servicio Militar, al que me fui voluntario (no se porqué siempre he tenido prisa en la vida), volví a tener nuevamente contacto y un conocimiento más profundo de prácticamente todos los habitantes de Higueruela con motivo de mi empleo en la Cooperativa. Llegué a conocer, creo que a casi todos los hombres de Higueruela por su nombre y apellidos. Era una relación de respeto y amistad que con el paso de los años se fue acrecentando. La Cooperativa del Campo. La ilusión de la juventud por hacer grande una empresa. Recuerdo con agrado y agradecimiento el primer Consejo Rector que conocí: D. José Cano Bueno, D. José del Rey Gil, D. Pascual Serrano López y una persona que para mi fue muy entrañable: D. Fulgencio Martínez González. Fulgencio el de la Carmen; ¡cuantas noches iba a su casa para que me firmara los libramientos de pago! siempre jovial, correcto y amable; yo era un crío y el me trataba respetuosamente, como a una persona mayor. Viejos tiempos y gratos recuerdos. Posteriormente conocí nuevos Rectores, D. José Bueno Cano, D. Diego Cano Martínez, D. Clamades Sáez Mínguez; puede que me olvide alguno, pero de todos ellos guardo un gran respeto y agradecimiento por la colaboración que siempre me prestaron. Personas entrañables.
Después, con el paso del tiempo, ese conocimiento, respeto y amistad fue ampliándose con la apertura de la oficina de la Caja Rural, por lo que sin querer ser presuntuoso creo que llegué a conocer prácticamente a todas las familias del pueblo. Así a través del conocimiento llegué a tener conciencia de lo buena que para mí era la gente de Higueruela. Un profundo recuerdo me llevé de todos ellos cuando por requerimiento profesional fui trasladado, con mi mujer y el hijo que entonces teníamos, a Albacete. Una vez allí nos costó mucho adaptarnos a vivir fuera de nuestro pueblo. De esto ha pasado 38 años.
Durante estos años, mi vida profesional ha estado ligada totalmente a la Caja Rural de Albacete, aunque jamás he perdido el contacto y el conocimiento de la gente de Higueruela.
A medida que he ido ocupando cargos de responsabilidad en la Caja, mayor conocimiento he tenido de las cualidades de la gente de Higueruela; personas trabajadoras, administradoras, honestas y formales con sus compromisos. Al haber tenido la oportunidad de ocupar cargos de responsabilidad para toma de decisiones en la Caja Rural, siempre he defendido todos los proyectos y operaciones, razonablemente viables, que pudieran venir de Higueruela. Nunca he tenido la mínima duda de que al ser de la gente de mi pueblo llegarían a buen fin. Era comprensible que en algunas ocasiones, cuando los Órganos competentes trataban alguna operación o proyecto que procedía de Higueruela, sabían que con mi informe esas operaciones o proyectos tendrían la luz verde necesaria para la concesión de los mismos. Puedo aseguraros que jamás me ha fallado nadie en Higueruela.
Ha sido toda una vida teniendo contactos de una u otra forma con la gente de Higueruela y me siento orgulloso de sus gentes; de haber nacido aquí, de haber inculcado a mis hijos, aunque dos de los tres no hayan nacido aquí, que se sientan de aquí, del pueblo, así lo haré ahora con mis nietos, porque sé que siempre me lo agradecerán.
Todos los veranos he procurado que toda la familia pasemos aquí las vacaciones, así como el tiempo que nuestras ocupaciones o trabajos nos dejan, en una pequeña casa que hice cuando me lo pude permitir. Recientemente hemos tenido que hacer unos arreglos, por el feliz aumento de nuestra familia, al ser ya abuelos.
Nací en Higueruela, nunca lo he olvidado, quiero a su gente, y ahora que mi relación laboral ha terminado, espero pasar más tiempo en mi pueblo, con mi familia y con mis amigos, en definitiva con mi gente, con vosotros, porque quiero a mi pueblo y a mis paisanos.
¡VIVA HIGUERUELA! ¡VIVA SU GENTE!
¡VIVA SANTA QUITERIA!
¡FELICES FIESTAS!
(Mayo-2008) |
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