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PREGÓN de Manuel Prudencio Martínez Gómez,
PARA LAS FIESTAS DE SANTA QUITERIA 2002.

           

Autoridades, queridas reinas, comisión de fiestas, Higueruelanas, Higueruelanos, amigos todos...

Mis primeras palabras no pueden ser sino de profundo agradecimiento por haber tenido la amabilidad de invitarme a pronunciar el pregón de comienzo de fiestas de este año. Un honor a todas luces inmerecido porque supone pasar a formar parte de una cuadrilla de “toreros y toreras” ilustres que me precedieron en este balcón desde 1988 y que han puesto el listón de la “torería pregonera”. Vaya por delante un emocionado recuerdo a los que nos dejaron: D. Aquilino, Diego y Pepe del Rey, y mis disculpas a los demás y a todos vosotros si no consigo estar a su altura.

Cuando la comisión de fiestas, me propuso se el pregonero, os aseguro que me temblaron las piernas, hacia tiempo que no me habían dado semejante susto.

Acepté de inmediato el honor que suponía semejante nombramiento, apartando a un lado el miedo, prevaleció la responsabilidad de tener que dirigirme a tan honorable auditorio y decirle cosas que pudieran ser interesantes. Vamos a ello:

Llegué a Higueruela en el mes de febrero del año 1981, el día 23, nada de particular si no hubiese sido porque esa tarde, un señor llamado Antonio Tejero, con bigote él, irrumpió en el Congreso de los diputados y puso a España con el corazón en un puño y a los políticos con “dodotis”.

Vaya comienzo profesional! Pensé yo. Acordándome del dicho “lo que mal comienza, mal acaba”, pero ¡qué lejos estaba de la realidad! Pues en mi caso ha sido mucho más real el aforismo atribuido al pueblo gitano “no quiero ver a mis hijos con buenos principios”. 

Y aquí sigo “Manolo el Farma” orgulloso de estar a vuestro lado.

Son 21 años vividos con pasión y entusiasmo en Higueruela. Desde el primer día de estancia entre vosotros fui consciente de que el mero paso del tiempo no era el “bálsamo de Fierabrás” que todo lo resuelve con su transcurrir, el tiempo es un bien escaso y limitado que podemos dejar perder (sería lo mas cómodo) o utilizarlo en el desarrollo de proyectos y en la solución de necesidades vivamente sentidas (esto es mas trabajoso).

Cogí una segunda opción estando convencido que las cosas pasan sin pedirnos permiso, la historia nunca llama dos veces a la misma puerta y las oportunidades perdidas jamás regresan.

En este reparto de cosas que pasan sin pedir permiso, me encontré con Higueruela, el “Pueblo de Higueruela” y me enamoré de él uniendo mi vida con la suya.

Podía haberme cruzado de brazos y ver pasar la corriente, cómodamente, placenteramente, sin meterme en el torrente de la realidad. Pero ese amor a Higueruela y mi temperamento inquieto no me lo permitió. Y me moje y me sigo mojando y acabo empapado de estos montes, de estos campos, de estas viñas y sobretodo de vuestro cariño y comprensión.

Mala entraña tendría si no amara este pueblo que me ha dado todo lo que soy y lo que adoro: Domi mi mujer, mis hijos, mis amigos...vosotros todos. Permitidme un recuerdo especial a Ana María la de “la Posá” que tanto y tan tiernamente me cuidó.

Este hermoso pueblo  en lo alto de la fría estepa castellana de gentes libres, humildes, trabajadores, solidarios con cualquier causa justa, que durante generaciones ha ido construyendo su futuro con los ladrillos del día a día del presente, pueblo cooperativo y cooperador, abierto e integrador, amante desprendido de corazón a los que están, a los que un día hubieron de marcharse y a los que llegan. Pueblo tierno y sensible que te atrapa y te cautiva, haciendo que los que lo visitan, lo viven y conocen a sus gentes no puedan sustraerse al pensamiento: “Qué pueblo y qué gente más impresionante”.

Me viene al recuerdo mi época estudiantil en Granada, donde se contaba que cuando Dios hizo el mundo, decidió crear un lugar precioso, con los palacios más hermosos y creó la Alhambra, los jardines más frondosos y creó el Generalife, la vega más fértil, amplias playas como Motril y Almuñecar, con una imponente Sierra Nevada... y los ángeles que le rodeaban le comentaron: Señor, ¿no será demasiada belleza para los humanos? Y respondió Dios: No preocuparos, para compensar tanta hermosura pondremos en estas tierras unos cuantos miles de granadinos.

Con Higueruela debió de actuar de forma contraria...no nos dotó de palacios, ni jardines, nivegas, ni playas pero lo compensó poniendo las mejores personas: Higueruelanas e Higueruelanos.

A este Higueruela del presente se ha llegado a través de largos y tortuosos caminos del Higueruela de ayer, muchas generaciones han luchado en esta construcción, con muy pocos medios, soportando carencias, seguías, guerras... y superándolo todo.

Para ellos nuestro recuerdo y que donde se encuentren sepan que siempre permanece vivo aquello que se conserva en el corazón de los hombres.

Hoy nos ha tocado recoger su testigo y continuar su obra . Podemos y debemos seguir construyendo el pueblo de Higueruela. Apartándonos a la modernidad y conservando los valores más arraigados debemos dotarnos de los instrumentos necesarios para que nuestros hijos, nuestros nietos, vosotros los jóvenes, lleguéis a las cotas más altas de bienestar y podáis compartir más , dar más y amar más.

Por ello no cabe el descanso, no cabe desfallecer, no podemos instalarnos en la complacencia del bienestar, hay que seguir trabajando unidos y hermanados, como siempre...hombro con hombro todos.

Y si se nos olvidase, tenemos en este pueblo un estímulo especial que no lo permitiría, que sabe mantener el timón en el rumbo correcto, con mano firme ante cualquier contratiempo...es “la mujer Higueruelana”, trabajadora, tenaz, organizadora... bella mujer perfectamente representada por estas reinas que nos acompañan.

Mujer que como dice una moderna canción:

La mujer (de Higueruela) mueve el mundo con sus manos
No descansa, no tiene calendario
Y hace girar el día a su compás
Y hace feliz de tanto como da.

Mujer que nueve el mundo con su sueños:

Con ilusión va pintando los empeños
Sueña con llegar a ser mejor
Sabe que hay un mundo sin piedad
Y cree que la ilusión puede cambiar
Esta realidad.

Como lo cree y por ello luchó nuestra “otra mujer”, nuestro ejemplo, nuestro espejo de devoción...

Allá en lo alto está mi amor
Santa Quiteria Bendita
Allá en lo alto está mi amor
Virgen de nuestra alegría...

Nuestra queridísima santa, el motor que pone en movimiento año tras año a todo un pueblo que se afana en su pulcritud y embellecimiento para ofrecer a locales y visitantes las mejores fiestas, las más participativas, ejemplo de lo que son, unas “Fiestas Populares”, fiestas del pueblo, fiestas para el pueblo, envidia de los alrededores que ahora comenzamos.

En Albacete, su feria, comienza con el simbolismo de “abrir puertas a todos” y se procede a abrir la puerta del hierro del ferial.

En Higueruela, con nuestra hermosa humildad, no tenemos puerta física que abrir...pero tenemos algo muchísimo mejor. El corazón, nuestro corazón. Y por ello os pido a todos: ¡Pueblo de Higueruela, abramos el corazón y que comiencen las fiestas!

¡Viva Higueruela!
¡Viva Sta. Quiteria!

   
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