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PREGÓN de Isidora García Piqueras,
PARA LAS FIESTAS DE SANTA QUITERIA 2000.
De orden del Señor alcalde se hace saber que hoy día 21 hasta el 25 del presente mes de mayo en este, nuestro pueblo de Higueruela se celebrarán grandes fiestas cívico-religiosas en honor a nuestra patrona Santa Quiteria, como ya es tradicional.
Que un grupo de vecinos y vecinas de nuestro pueblo se han comisionado para preparar actos en honor de nuestra santa, y divertimentos varios, para disfrute de las buenas gentes de nuestro pueblo y forasteros que nos visiten en estos días.
Que de entre las muy bellas muchachas de nuestro pueblo se han elegido damas de las fiestas a las más galanas, que pasearán su juventud y hermosura por las calles de nuestro pueblo.
Que se celebrarán grandes festejos taurinos, vuelta ciclista, concursos y grandes verbenas.
Que preparemos las calles y casas de nuestro pueblo limpiándolas y adornándolas para darles aire festivo.
Que dispongamos cuerpo y espíritu para el disfrute y la buena convivencia.
En Higueruela a 21 de mayo del 2000. |
Queridos higueruelanos:
Atentamente os he de decir que es para mí un orgullo encontrarme con todos vosotros, con mis amigos y con mi querida familia.
Ya estamos en fiestas, en nuestras fiestas y si esto es un pregón creo que la manera de iniciarlo es pregonando, como antaño hacían nuestros pregoneros, aunque yo sólo y acaso les imite en el sonsonete. Juro que lo he intentado.
Hay que ser de Higueruela para sentir lo que sentimos cuando a las doce de la mañana del día 21 de mayo se dejan oír las campanas de nuestra iglesia anunciando con insistente repiqueteo que ya estamos en fiestas. Creo que a muchos de vosotros os pasará igual que a mí, os invadirá una especie de cosquilleo que entra por el estómago y se siente a la vez una mezcla de alegría, emoción y tristeza. Creo que esta mezcla se debe a que en los momentos alegres nos acordamos de los seres que queremos y ya no están con nosotros.
Quisiera que remontáramos nuestra memoria a todos aquellos que hoy nos faltan y permitidme que tenga un recuerdo especial para mi madre a la que tanto hecho de menos. También por aquellos que por enfermedad u otra causa lo están pasando mal. Todos aquellos que trabajaron de sol a sol para conseguir lo que hoy tenemos, para que nosotros sintamos el orgullo que ellos han permitido que heredemos.
Son tan importantes para el higueruelano las fiestas de Higueruela y se viven de tal forma y con tal intensidad, que el año se divide como en dos estaciones: en un antes y en un después.
Y estas fechas (las de su celebración) sirven de referencia para encuadrar en el tiempo cualquier suceso, y por supuesto, raro es el mes durante el año que no salga a colación algún comentario acerca de las fiestas. Ya en diciembre, cuando las matanzas, echando el ojo a las salchichas más lustrosas o a los mejores jamones se dice: “Mira, éste para las fiestas”. Aunque después pueda pasar de todo, pero la intención...
En marzo, si se tiene corral de gallinas se puede oír: “Tengo tres pollos más adelantados... oye son la envidia. Estarán a punto”, ya se sabe, para las fiestas.
También en los comentarios de cada día se hace alusión. En marzo se puede oír: ”Madre mía, pero si ya estamos en las fiestas”. En abril ni te cuento y en mayo, bueno en mayo, todo el mes de mayo es especial.
Desde primeros de mes se nota que en el pueblo algo ha cambiado. Hay un ir y venir, un trajín que no cesa hasta el día 25. Se rompe la monotonía de los largos meses de invierno, porque en Higueruela, ya sabemos que el clima es duro y frío, que la primavera a veces pasa de largo y los primeros soles se dejan sentir bien entrado mayo, lo que se agradece mucho.
Las mujeres, en esta época, pintan los rollos y compaginan este menester con otros muchos como por ejemplo las limpiezas. Las casas se ponen patas arriba y no queda rincón en la casa, cámara, gallinero o almacén que se libre. Se aprovecha esta época para pintar aquella estancia de la casa o patio que estuviera por pintar y así queda bonito para las fiestas. Pocos rincones se libran de una “pasaica” o una “manecica” y ésto cunde de casa en casa como si de una epidemia se tratara. Es frecuente cuando las mujeres están haciendo la compra oír cómo le dice la una a la otra: “Oye fulanica, ¿cómo llevas la limpieza?”, y no creas la pregunta tiene su importancia. Es fácil comprobar estadísticamente qué tipo de patología se dará con diferencia en este mes, a saber: lumbalgias, enganchamientos varios, agujetas, dolores musculares en localizaciones varias y “renqueos”, que no serán atendidos hasta que no se termine la tarea empezada. Todas estas dolencias se sufren con resignación, a gusto, y no es raro que acompañando al suspiro que se lanza por padecer estas molestias se oiga: “Todo sea por Santa Quiteria”. En estos momentos describiendo las limpiezas me viene el recuerdo del enjabelgado que se hacía con mojaco de centeno. Había que ver la habilidad y destreza que tenían algunas mujeres que con golpecicos de mojaco metían la cal como querían en todos los recovecos que tenían las paredes. Este olor que desprendía la cal, nos gustaba mucho a la chiquillería que correteábamos por las calles pues este olor ya anunciaba las fiestas.
Debo decir que el papel protagonista y principal en la preparación de las fiestas, como en muchas otras cosas, es de la mujer de Higueruela. Creo, y no por mi condición de mujer, que la mujer higueruelana es mujer a la que adornan muchas y grandes virtudes. Es austera, trabajadora, muy mujer de su casa. Humilde y calladamente sabe sacar provecho y rendimiento a las 24 horas del día. Sabemos que en muchos casos además de cuidar casa y familia, sacará unas horas para dedicarlas a la actividad industrial que ella instala en su propio hogar. Es el pilar de su casa, tiene voz y voto. Es justo también decir que el hombre de Higueruela sabe valorarlo.
Yo he ido conociendo a las gentes de nuestro pueblo en el contacto que tengo con ellos día a día a través de mi trabajo que todos conocéis. Siendo yo de Higueruela os diré que empecé a conocer realmente al pueblo y sus gentes allá por el año 75 cuando empecé a trabajar ocupando la plaza que estaba vacante (por entonces nadie quería venir a los pueblos.) Empecé temporalmente, para unos meses y ya veis. Es justo decir que también tuvo algo que ver un hijo de Rojo Valera. Porque Higueruela tiene su encanto. No es el pueblo más bonito del mundo pero ¿y que? Para nosotros como si lo fuera. Yo descubrí la calle Maldolivas una mañana temprano. Me habían llamado para atender a José el de Niebla, y no sé si a vosotros también os pasará, que a veces, con las prisas pasas por un sitio y no reparas en las cosas que hay, pero un día te das cuenta y hasta te sorprendes. La calle todavía en tierra, las puertas de las casas todas recién barridas, regadas, desprendiendo ese olor tan agradable a tierra mojada. Las fajas de las fachadas encaladas blanquísimas y geranios a los lados de las puertas y en las ventanas. En el aire un olor increíble a hierbabuena. Francisca en la puerta esperándome, con la amabilidad que siempre tuvo conmigo. Y tres puertas más arriba Francisco el guarda del Carrascaleño, llamándome con la mano. Le pregunto:”¿Se encuentra mal? Ni falta que hace pero ven.”Su mujer Antonia” no entretengas a la muchacha, ya estas con tus bromas. Se acerca Ana María la de Facundo y cuando baja Clara su madre, Silverio que pasa “flechao” con la bicicleta y saluda. Fernando el de la Conce, que va mejor que lo sepa. “A ver si estos muchachos se animan y se echan novia que esta mujer lleva una pelea....Yo allí.”Que se me pasa la hora del desayuno.”Todos a la vez:”Pues entra y toma algo.”¿Qué queréis que os diga?.
Que nuestro pueblo no es el mejor del mundo pero para nosotros es como si lo fuera. La vida aquí presume de tranquilidad, de ser acogedor, de deleitarnos a todos de esperanza en un mañana.
Y...¿ que queréis que os diga de un pueblo del que todos estamos enamorados?. No conozco a nadie que haya pasado por aquí y no haya vuelto a repetir. Ya no es necesario conocer a alguien para venir a pasar unos días a Higueruela. Y es que es muy fácil sentirse bien en nuestro pueblo. Sus calles para mí tan bonitas, su iglesia, su ermita, todo lo que está creciendo. Y ya no creciendo con sus nuevos barrios, sus casas, esas nuevas farolas que iluminan nuestras calles al anochecer, sino creciendo en tolerancia, solidaridad y otros tantos valores que a nuestra Higueruela un pueblo tan especial.
Es muy reconfortante ver como un pueblo que no llega a los 1500 habitantes se mueve por causas como el pueblo saharaui, se mueve en hacer ver al resto de la gente que no quiere ver rodeada su sierra por un campo de tiro y otras muchas cosas más que hacen ver que los vecinos que habitan estas casas no son conformistas, sino que se mueven porque Higueruela sea cada vez un pueblo más respetado.
En este pregón, como no, quisiera hablar de la gente joven tan importante para que el pueblo siga adelante.
Jóvenes, orgullo de vuestros mayores quisiera daros las gracias por creer en vuestro pueblo y en sus gentes. Esta juventud, que durante la semana no está en el pueblo por diferentes causas, sobre todo por labrarse un futuro, que siempre encuentra un hueco para poder venir el fin de semana. Desde aquí les animo a que sigan así. Les agradezco que se vuelquen en todos los actos que la comisión de fiestas organiza. Es agradable ver que gracias a ellos, las verbenas, los toros y demás actos se llenan del júbilo y alegrías que derrochan. Pero ellos no sólo están presentes en los actos ociosos, sino que podemos gozar de su presencia en la ofrenda de flores, misas y procesiones que se dedican a Nuestra Santa.
Me crea un gran orgullo ver que a pesar de que se acuestan a las tantas de la mañana o que no se acuestan son los primeros que se ofrecen a pasear a Santa Quiteria por nuestras calles, todos tan arreglados y con sus mejores galas. Permitirme un sentimiento de orgullo especial para mis dos hijos, Ana y Emilio. Desde aquí les deseo a todos que disfruten de estas fiestas.
Y al igual que la gente joven, los más veteranos del lugar también merecen ser mencionados. Con tantos años atrás, seguramente son los que más conocen Higueruela. Ellos son los que más han sufrido las innovaciones del pueblo, aceptándolas para bien o para mal. Pero aunque Higueruela ya ha experimentado muchos cambios para ellos siempre quedarán los paseos por el Puente Gordo, sus tertulias sentados en el olmo de la plaza, sus tardes de verano al fresco y, como no, su bar de jubilados. A ellos también les animo a que sigan disfrutando de la vida, de sus hijos, de sus nietos tan queridos.
En cuanto al futuro del pueblo, Higueruela ha sabido adaptar los cultivos a la tierra, explotando su vid, cuyo caldo muy apreciado da color a afamados vinos, a la par con el tradicional cultivo del cereal. Nuestra cabaña ganadera que exporta un exquisito cordero.
El panorama económico de Higueruela ha cambiado. El viento, nuestro viento, ha generado (nunca mejor dicho), un tipo de riqueza impensable hace unos años. Sin entrar en polémicas os diré que todo lo que sea prosperidad para el pueblo me parece estupendo, y desde aquí pido a quién corresponda lucidez y buen juicio para administrar y repartir.
Y por eso os digo que nunca os sintáis defraudados por vivir en Higueruela, sino todo lo contrario, ayudarlo apoyando en todo momento porque en todos los rincones de nuestras casas hay trocitos de su historia. Esa historia nadie os la podrá arrebatar nadie, es vuestra, cuidadla, porque es el mejor legado que vuestros hijos tendrán.
No quisiera irme sin agradecer a todos los presentes y a todos los que no han podido asistir, por el trato recibido en estos años. ¿Cuántos?. No sé. Únicamente sé que el día a día a vuestro lado ha sido un orgullo constante. Si amaneciera débil, desanimada, deprimida, vuestro apoyo estaba ahí, incansable. Cuando mi mirada necesitaba una sonrisa vuestra boca la esbozaba. Siempre habéis estado a mi lado, regalándome cariño desinteresadamente. Pero cuando alguien recibe tanto amor es inevitable no enamorarse, y yo lo he hecho de mi tierra y de esta maravillosa gente.
Gracias.
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