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18-11-2014

La familia Mínguez Carrión.

Hoy martes 18 de noviembre me he juntado con mi hermano mayor, Martín, en su casa, de 5 a 7 de la tarde. El motivo del encuentro o tema de la reunión es recoger datos sobre la vida de la familia Mínguez-Carrión, vista desde los recuerdos del hijo mayor y también de su esposa Benita. Desde el verano pasado, cuando celebramos la Comida Familiar, Martín quiere que organicemos un viaje, a la Ribera del Júcar,  donde quiere explicarnos,  los lugares que conoció entre los años 1936 -1940. Que coincide con las fechas de la Guerra Civil española.

Como es tan buen dialogante, las dos horas han dado para mucho, este tío debería haber sido de profesión conversador. Pero claro, nos hubiéramos perdido un gran comerciante como ha sido. Empezamos, todo esto es lo que me ha comentado:

 Nuestro abuelo Martín (Mínguez Almendros) tenía cuatro hermanas:
Antonia casada con Pedro Juan Pérez Navalón, tuvieron cuatro hijos: Valentín, Serafina, Rogelio y Pedro.
Lidia que se casó dos veces.
Engracia que estaba casada con Abraham y
Restituta casada con Juan “Peris”. Juan Sáez González.

Como no tenemos datos de nuestros bisabuelos paternos, suponemos que se llamarían Benito Mínguez y Quiteria Almendros.  Ya tenemos datos de nuestros bisabuelos paternos que son Benito Mínguez Peral y Serafina Almendros Almendros.
Benito era de profesión sastre, vivía en la Calle Montaña.
Fue alcalde de Higueruela 01-1904.  Pidió la dimisión de su cargo. 10-1905. Al año siguiente de su dimisión falleció, (17-11-1906) tenía sesenta años y domicilio en la calle Chinchilla. Firmó el acta de defunción su yerno Juan Sáez González
Nuestros tatarabuelos paternos  fueron Andrés Mínguez y Antonia Peral.

Por parte de nuestra Abuela materna Francisca Arnedo Sáez.

Nuestra abuela Francisca tenía dos hermanos:
Fidel Casado con Manuela y
Juan Antonio casado con María Catalina.

Nuestros bisabuelos Maternos, conocemos  a Pedro Arnedo Bueno (García), llamado El Habanero, rocambolesco personaje, que tuvo que hacer la mili en Cuba, donde al acabar su servicio, se quedó unos años más, en el cuerpo de sanidad.
Suponemos que regreso cuando España perdió aquellas tierras. Al llegar a Higueruela, gastó sus ahorros en montar una posada, que le pusieron los vecinos de nombre LA POSA  DEL HABANERO.

Nuestra bisabuela se llamaba Quiteria Sáez Almendros. (Hija de Pedro Sáez y María Almendros, nuestros tatarabuelos)

Nuestros tatarabuelos maternos fueron Martín Almendros y Teresa Almendros

La posada del habanero, era grande, muy grande con dos plantas. En la primera planta tenía unas portás para poder entrar en el chaflán de la calle Santa Quiteria. Entrabas a una nave muy espaciosa, para que pudieran pasar los carros y que estuvieran al amparo de la noche, terminaba la nave con una gran cocina con chimenea tan ancha como era la nave. A la izquierda había un pozo con agua buena que tenía una profundidad de más de cincuenta metros, la cuerda de sacar el agua, un día la sacamos a la calle para medirla y llegaba desde la posá a la casa de Estacazos. Detrás del pozo en la nave de la izquierda había una cuadra pequeña, donde se ataba algún animal y también servía de leñero.  A continuación otra cuadra más grande para albergar las caballerías, en la pared tenía un pesebre corrido  que ocupaba toda la pared para que comieran las mulas caballos y burros. A la derecha de la nave había un pilar para sujetar parte de la primera planta. Seguido las escaleras de subir. Un poco más adelante varias habitaciones que no he podido recordar en este momento. (Preguntar de nuevo)

En la Posada del Habanero, cuando la regentaba nuestro abuelo Martín, la familia de Justi, que vivían en el Sobralejo, era tal la amistad de las dos familias que tenían una habitación en la primera planta de la Posada, con su llave propia para venir a parar a ella cuando les hacía falta.

Nuestro padre trabajaba en una empresa de las más importantes de aquellos años, era una empresa multinacional, la distribuidora en Albacete de Sínger, empresa americana dedicada a la fabricación y venta de máquinas de coser.

En 1918 murieron nuestra abuela María Josefa y nuestro abuelastro Graciano, en Zulema, víctimas de una gripe que asoló a media Europa, primero Graciano, y a los siete días nuestra abuela a la edad de 29 años.

El año 1930 se casaron nuestros padres en Las Casas del Cerro.

El primer sitio donde vivieron nuestros padres en Albacete, fue en una casa de la calle Santa Quiteria, una casa que tenía un balcón. Desde allí se cambiaron a la calle Alcalde Conangla, justo enfrente de la vía del tren, muy cerca del puente de madera.

En el año 1932, nací yo, en la posada del habanero,  ya que nuestros padres  se desplazaron a Higueruela, por el parto.  Respetando la tradición, me pusieron de nombre Martín, igual que mi abuelo paterno

El año 1934, dos años después, hicieron lo mismo cuando iba a nacer su segundo hijo, en este caso hija, Paquita. Nombre que le correspondía llevar por ser la primera hija del matrimonio, nombre heredado por parte de la abuela paterna.

Nosotros vivíamos en Albacete, en  una casa enfrente de la Estación del tren, donde está ahora Talleres Azaña. Como el papa, estaba en la guerra, vivíamos allí la mama Josefina, Paquita y yo.

Al estar tan cerca de la estación, cuando bombardeaban Albacete, un objetivo principal siempre era las vías del tren.

Cuando bombardeaban nos teníamos que esconder en unos refugios que había preparados, eran sótanos y cuevas que había en los barrios, en el Altozano, había uno, y en la calle Marzo, otros. (Había muchos más) pero un día, la mama  cogió a Paquita en brazas  y a mí de la mano y nos llevó por la Carretera de Las Casas de Juan Núñez a una caseta en medio del campo, allí pasamos la noche junto con unas 300 personas que se refugiaron con nosotros.

En uno de los bombardeos le dieron de lleno a la casa y quedó completamente destruida.  La mama tomó la decisión de trasladarnos a Zulema, a una casa de su propiedad que heredó de su madre.

Desde el año 1937 al 1940 vivimos en Zulema

Al llegar de la guerra el papa, no vuelve a su trabajo en Albacete, y monta una tienda en Zulema

El año 1940, el tío Fidel, propietario de una tienda en Higueruela, le manda una carta diciéndole que regrese a Higueruela, ya que su amigo Vicentillo,  (comerciante, al no tener familia quiere vender su tienda). Estaba ya todo acordado para la compra venta.

Por este motivo nos desplazamos a Higueruela, pero, al enterarse un familiar del comerciante de la venta de la tienda,  la quiso comprar él, ya que era sobrino suyo, por lo que no se llevó a cabo esta compra, y la tienda la compró Perullo, apodo con el que se conocía a                           .

Nuestro padre no llevó muy bien ese revés, pero  reaccionó  pronto y rápido ya que alquiló una habitación en una casa de la Placeta, dos puertas más allá de la anterior tienda. Donde montó su negocio.

La casa que alquiló para vivir  estaba bastante  cerca, una casa que tenía una esquina saliente en la calle Ramón Franco, durante muchos años a esta casa se le llamó la casa del Cabezón, ya que en ella vivió un hombre que así le apodaban , por cierto este señor  era un buen amigo de nuestro padre,  ahora la casa  es  propiedad de los rojos de la panadería, donde pasaron los últimos años de subida  Emilia y Pascual, al dejar el horno a sus hijos

En esta casa nació el tercer hijo, que siguiendo la tradición le correspondía llamarse como el abuelo materno, por lo tanto se le puso el nombre de Esteban.

Un poco tiempo después, nos alquilaron la casa donde estaba situada la tienda, y nos cambiamos a ella.

La casa era pequeña, tenía dos plantas y un sótano. La planta principal tenía la entrada en el centro de la casa, con un cuarto a la derecha, donde estaba la tienda. Un cuarto a la izquierda, que servía de salita y trastienda y detrás un espacio  donde estaba la cocina, despensa y otras cosas. Esta tercera habitación no tenia ventanas a la calle.

En la primera planta, había tres habitaciones, una de ellas con balcón que la utilizaban nuestros padres.

El sótano tenía un pozo en el centro, estaba sin revocar, a nosotros este espacio nos servia de trastienda o almacén, pero era un poco peligroso, ya que algunas veces el agua  se salía por arriba y nos inundaba el local, cuando esto ocurría nos teníamos que dar un batán bueno a sacar el agua con cubos y tirarla a la calle.

¿Dónde estaba el wáter?  Buena pregunta, eran otros tiempos, otras costumbres que ahora chocarían un poco. Teníamos  dos:  El primero estaba  en la cuesta de Rasillón,  este era comunitario y para hombres.      El segundo, para las mujeres, muestro padre, como no quería que sus mujeres tuvieran que estar enseñando  el culo, alquiló un corral, cerca de la casa.

1943 Nace el cuarto hijo de la familia, si hubiese sido niña, su nombre hubiera sido María Josefa, como su abuela materna, pero nació niño.  Nuestra madre pensó que este sería su último hijo, y quería que se llamara como su madre,  por ello, cambio el orden de los nombres y le llamó José María. Pero, no  todo el mundo hizo lo mismo y a la hora de inscribirlo le pusieron por nombre Ismael, en recuerdo de un hermano de nuestro padre muerto en la guerra.  También  a nuestro tío le llamaban Mauro, fue a la guerra con la quinta del biberón, la última que movilizaron.

El negocio de la tienda en la placeta  iba viento en popa, teniendo una gran clientela, pero los dueños de la casa querían recuperarla para vivir ellos en ella, ya que estaban en Valencia y querían volverse para el pueblo.

Sobre el año 1947, compra una casa en el centro del pueblo, en la calle Ramón Franco 34, que la puso en venta El Zocoto. Allí con la angustia de saber si funcionaría el negocio en este nuevo sitio, ya que en el anterior les fue muy bien.

También fue que incluso vino un nuevo embarazo, y nuestros padres tuvieron el quinto hijo, al ser hija, nuestra madre, por fin pudo poner el nombre de la suya a una de sus hijas. María Josefa.
 
El año 1950, de rebote, naciste tú, ya no había problemas de tradiciones y de nombres, y te pusieron Antonio, porque la persona que te bautizó fue tu tía Antonia.

Con la tienda, a Martín, se le disparan los recuerdos como una metralleta y pongo aquí los que me va contando:

Lo primero y que me recuerda constantemente, HABIA MUCHISIMA  HAMBRE.

Venían a visitar la tienda empresas importantísimas, por ejemplo la Casa Industrias Marca. Que vendía tinte, Nori y otras  cosas.

Como los hilos eran de estraperlo, los tenía que comprar en Valencia, donde se desplazaba por la noche en el correo, que cogía en la estación de Bonete, a donde iba andando, durante el día hacia las compras, en la Plaza Redonda, y, por la noche regresaba en otro correo, hasta Bonete, después cargado con las compras, de nuevo andando al pueblo. Total dos noches sin dormir en cada viaje. Una noche  que venía de estos viajes, al pasar por la Casa Aparicio, escuchó que había unos gitanos en la casa de xxxxxx ante la inseguridad, de que pudieran robarle y para evitarlos, paso campo a través desde esta carretera al camino de Bete, donde continuó la marcha de regreso.

Las Albarcas, que se vendían un montón, nos las traían directamente de Yecla, en sacos, en cada saco veinte pares, y un saco por cada número, en casa las teníamos en la trastienda colgadas de las moldás, y en cada moldá colgábamos las de cada número.

Los pimenticos de la ñora, los comprábamos por sacas, como pesaban muy poco nos los traían en unas sacas que median dos metros de altas. Se vendían cada año 3 o 4 sacas.

Fuimos los primeros en vender juguetes para los críos.

Vendiamos bicicletas, pero también repuestos de bici, cualquier pieza de la bicicleta la teníamos a la venta. Por ejemplo si se te rompía el piñón de la bici, lo arreglabas y para ello vendíamos sueltas la bolas de hierro, y las piezas intermedias entre las bolas. Las zapatas de los frenos, y, también vendíamos los pedales sueltos, las gomas para los pedales, piezas sueltas para arreglar la cadena.  A las bicicletas se les daba mucha traca, recuerdo que ********* ********* se dedicaba a estraperlar con el trigo y se cargaba un saco de este producto en el  portaequipajes, y lo llevaba a venderlo. La rueda de atrás tenía los radios dobles para que le aguantara el peso.  Casi todas las bicis llevaban el porta-equipajes.

Ahora que estamos hablando de bicis, una vez hicimos el papa y yo un viaje en bicicleta Higueruela-Alcalá, la bici no tenía portaequipajes y fui todo el tiempo subido en el cuadro.

Para comprar necesitamos comprarnos una moto y nos compramos una ISSO, “el que buena moto quiso se tuvo que comprar la ISSO” que competía con el refrán “La LUBE la que las cuesta  no sube”.  Con la moto hicimos mil fechorías, una vez , en pleno invierno, nos fuimos a comprar Esteban y yo a Albacete,  al regreso la moto daba miedo de las cosas que porteábamos , todo atado en un portamaletas que le fabricaron aposta  para  cargar las cosas, encima del portamaletas tenía una tabla hecha a medida para mejor colocar la carga. Bueno, cuando llegamos a Chinchilla, que teníamos que pasar por en medio del pueblo,  en las primeras cuestas como había nieve empezó a patinar, se bajó Esteban, yo conducía,  y entre los empujones que le daba a la moto pudimos subir las cuestas. Esteban es que es muy animal.  Al llegar descansamos un poco,  después  hasta Hoya Gonzalo todo era cuesta abajo, y el camino se dio regular. En la Hoya paramos casa de un tío de la Benita, y allí no podíamos calentarnos en la estufa porque las manos estaban tan frías que nos dolía al acercarlas. Ya era de noche y pensamos que teníamos que seguir hasta el pueblo,  La nieve que había seguido cayendo  tenía  ya una altura de un palmo.  Imagínate los diez kilómetros que quedaban, tardamos un siglo yo con la moto en marcha y conduciendo siempre con los pies tocando el suelo para no volcar y Esteban empuja que te empuja. Si hasta Chinchilla hizo el animal, hasta el pueblo no te cuento, (burro, cafre y cabezón) pero lo conseguimos.   Esto de la moto lo tenemos que poner  en otra época, pero me he acordado ahora).

Bueno ya que no respetamos  el tiempo, yo Antonio, recuerdo que un año nos fuimos a Zulema y Alcalá Ismael y yo en la moto. Creo que al día siguiente regresamos y pasamos por Jorquera, para hacer un poco de turismo, allí empezó ha hacer “perla “ la moto y paramos, Ismael limpió un poco el carburador, y de nuevo continuamos el viaje, al llegar a las cuestas de Monfón, la moto empezó a fallar de nuevo. En las carreteras como eran de piedra y tierra, los peones camineros dejaban en las orillas montones de piedra para luego poderlas extender en los baches, bueno, pues como decía, subiendo las cuestas de Monfón como fallaba la moto Ismael sin parar iba tocando el carburador de la moto, y, en un momento de descuido fuimos a tropezar en un de esos montones de piedras, ¿Qué pasó?  La moto paró en seco, Antonio salió volando por encima de Ismael y aterrizó al otro lado del montón, la moto volcada al lado de Ismael en la otra parte, como no pasó nada nos dio por reír. Después del susto continuamos el viaje camino del pueblo.

Dios mío, todo esto me lo ha contado en la mesa camilla de su cocina en dos horas. Gracias a Benita que nos ha preparado una “picaeta” como dicen por Valencia. Hemos quedado para el próximo martes 25 de noviembre.


xx

   
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