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POBLADOS ISLAMICOS EN HIGUERUELA.

EL POBLADO ISLÁMICO EN ALBACETE.
LAS ALQUERIAS ANDALUSÍES DEL VILLAR DE HOYA HONDA
Y LA GRAJA (HIGUERUELA, ALBACETE).

José Luis Simón García Universidad de Alicante.


Don José Luis Simón, año 2016, en una conferencia que dio en Albacete.

RESUMEN:
Se avanza en el conocimiento de dos singulares alquerías islámicas, dentro del marco del estudio general del poblamiento islámico en la actual provincia de Albacete, aproximándose en la medida de los posibles a las características del emplazamiento dentro del marco regional, la organización interna de los asentamientos y las técnicas constructivas, fruto de la actividad económica y organización social de sus moradores.
PALABRA CLAVE:
Islámico, poblamiento, alquería, Albacete.

1. INTRODUCCIÓN

Los trabajos que venimos desarrollando en los últimos años en el ámbito del poblamiento islámico de la provincia de Albacete, nos han permitido catalogar un importante número de yacimientos que abarcan desde los edificios militares hasta las cuevas refugio de los pastores trashumantes. Tras una primera aproximación a la arqueología medieval a  través de los castillos (Simón, 2011), el paso siguiente pretende profundizar en las características generales y particulares del poblamiento, partiendo de los territorios catastrales y sus áreas de influencia como centros de vertebración del territorio.

Si las referencias y estudios de los castillos han sido escasos, el del poblamiento y en especial de los diferentes tipos de asentamiento se puede decir que es casi nulo, siendo relativamente frecuente que la adscripción de algunos yacimientos sea incorrecta o parcial, especialmente en aquellos que se documentaron con anterioridad al desarrollo de la Arqueología medieval como disciplina, ya que se relacionaron con momentos ibéricos o romanos, descartando la posibilidad de que tuvieran un origen o una continuidad temporal a lo largo de la Edad Media. Es por ello que hemos tenido que revisar tanto los fondos de los museos como los yacimientos en el territorio, con el fin de corregir algunos datos que  se manejaban hasta la fecha. De todos modos podemos citar los trabajos en el entorno del Tolmo de Minateda (Gutiérrez y Grau, 2012) y el análisis de sus construcciones interiores (Gutiérrez, 2012), es estudio sobre el hábitat rupestre en Alcalá del Júcar (Jordán y Sánchez, 1993) y las publicaciones donde hemos avanzado algunas cuestiones entorno al poblamiento y sus características en el Corredor de Almansa, y los Altos de Chinchilla de Montearagón (Simón, 2010).

El presente trabajo es un primer avance sobre el tema y se centra en dos yacimientos que por sus singulares características consideramos necesario profundizar en su estudio, esencialmente por ser posiblemente exponentes de un modelo de alquería  muy extendido por las tierras orientales de la actual provincia de Albacete. Su buen estado de conservación permitía realizar una primera topografía de los restos constructivos, configurando una imagen inicial del tamaño y sus características generales (1), aunque nos habría gustado haber podido efectuar la excavación de alguna de las viviendas para poder aportar datos con mayores precisiones culturales y cronológicas.

Las dos alquerías seleccionadas fueron La Graja y Los Villares de Hoya Onda, ambas en el término municipal de Higueruela, un territorio situado en el centro de la actual provincia de Albacete que permite la conexión entre el Corredor de Almansa y los Altos de Chinchilla de Montearagón y de estos con el sector meridional del Valle del Júcar a su paso por la provincia de Albacete.  (Figura 1)


Fig. 1. Emplazamiento de los yacimientos en la provincia de Albacete.

La Graja fue descrito por primera vez como yacimiento arqueológico a finales del siglo XIX por el arqueólogo francés Pierre Waltz (2) en un artículo publicado en el Bolletin Hispanique de la Universidad de Burdeos (Waltz, 1900) (fig. 2-a). Se poseen muy pocos datos de la biografía de este investigador, quien al parecer trabajó de forma habitual en el Instituto Francés de Atenas, donde había conocido a Pierre París, un experto en las antigüedades  y la arqueología de la Península Ibérica, (Rouillard, 1995) al que acompañó en uno de sus viajes por las tierras orientales de Albacete (Sanz, 2004).


Fig. 2. A. Portada del artículo de P. Waltz en el Bulletin Hispanique
T.2 nº 3 (1900) de la Universidad de Burdeos.

En 1899 Pierre París (fig.3-a) y P. Waltz realizaron un recorrido por España en busca de antigüedades. En Septiembre de ese año llegan a la estación férrea de Bonete, donde les espera Pascual Serrano (figura 3-b) maestro de Bonete, y un gran conocedor de la arqueología de la zona, especialmente del Cerro de los Santos y el Llano de la Consolación de Montealegre del Castillo (Serrano, 1899), que de forma habitual colaboraba e informaba de sus hallazgos tanto al Marqués de Cerralbo (Alonso y Grimal, 1999), uno de los mayores impulsores de la arqueología hispana en esos momentos, como a estudiosos extranjeros, como Arthur Engel y el propio Pierre París, los cuales gratificaban dicha información. El primero ya conocía la zona, pues había estado escavando en el Cerro de los Santos unos años antes,  en 1891 (Engel, 1892) mientas que el segundo había conseguido comprar y llevar hasta el Museo del Louvre la Dama de Elche, descubierta en 1897.


Fig 3. A. Pierre París, a la derecha, junto a Arhur Engel en Osuna.

B. Pascual Serrano, en una visita a la Cueva de Altamira, junto a Juan Cabré, el guarda de Altamira, Henri Breuil, Louis Siret, Hugo Obermaier y Herminio Alcalde del Río. Archivo Hugo Obermaier.
Instituto de Prehistoria e Historia Antigua de la Universidad de Erlangen.


Seguramente con el fin de efectuar nuevos hallazgos, en especial de arte ibérico, como la Dama de Montealegre o la de Elche, Pierre París había solicitado a Pascual Serrano que le acompañase en la visita a varios yacimientos de la zona, todavía poco explorados y que pudieran reportar hallazgos significativos. El maestro de Bonete, que a su vez tenía información de los labradores y pastores de la comarca, propuso a los eruditos franceses la visita a varios yacimientos del término de Higueruela, en especial por la noticia del hallazgo de una escultura al efectuar tareas agrícolas en la finca de Mata la Estrella, sita a escasos kilómetros al este de Higueruela (París, 1903).

Llama la atención que Waltz, que califica a Pascual Serrano, como  ”amigo”, justifica que los yacimientos objeto de su trabajo son inéditos, iniciando su artículo con la entrada que sobre Carcelén efectúan el Sumario de Antigüedades Romanas que hay en España, de Juan Agustín Cea Bermúdez (1832), relacionado la similitud de significados entre los topónimos Carcelén y Castellares.

Los trabajos de campo empiezan, tal y como señala el autor, en la finca de Casa Aparicio y Mata la Estrella, donde se registran la presencia de cerámica ibérica, romana o “terracota de Sagunto” como se cita en la época, ánforas y una escultura en muy mal estado que identifica con “un perro sentado”, que relaciona con otras localizadas en años anteriores, como las esfinges de Agost (Alicante), Bocairente  (Valencia) o la Bicha de Balazote. Como es necesario un tiempo para que Pascual Serrano consiga un camión para su transporte, y seguramente ante el escaso valor estético de la pieza para los gustos expositivos de los museos de la época, deciden enterrarla para preservarla de la erosión u otros posibles daños. No se poseen noticias de que posteriormente se recuperase la pieza, tal y como señala Chapa Brunet (1985:66), y unos años después, en la misma finca, se localizó el cuerpo de una cierva que hasta la fecha parece que se encuentra en una colección particular de la ciudad de Valencia (Chapa, 1985b:85).

La visita continua hacia el oeste, en una dirección que al parecer los conduce hasta el yacimiento del “…Cerro de los Castillares” es decir, el Cerro de los Castellares, un poblado de la Edad del Bronce (Gilman et alii, 1996), emplazado sobre un cerro amesetado, con escarpes de varios metros que defienden la zona superior y un gran abrigo en la cara meridional, donde se realizó un redil de ganado. El llano superior fue acondicionado para el cultivo de almendros, lo que supuso  la destrucción del yacimiento y el redil ha seguido en uso hasta la década de los años sesenta del siglo pasado, estando en relación con la Cañada Real de Los Serranos que discurre al pié del cerro y que vertebra el poblamiento de la zona desde la Prehistoria, siendo un factor fundamental para el presente estudio, tal y como se expondrá más adelante.

Parece ser que Pascual Serrano había efectuado alguna cata en el yacimiento, obteniendo algunos útiles líticos, fragmentos de cerámica de la Edad del Bronce, algunos fragmentos de cerámica ibérica y manos de molino. El yacimiento fue objeto de visita unas décadas más tarde por el investigador valenciano Isidro Ballester Tormo, que lo describe como posible paralelo del yacimiento de Castellar del Porquet (Gaianes, Alicante) (Ballester, 1937:20).

De ahí se trasladan a un segundo yacimiento, al oeste de “… Villa Alba” en “…Los Altos de Carcelén”, un lugar que con dicha denominación no aparece en la cartografía 1:50.000 del IGN (3) de 1898, ni en las versiones posteriores hasta la actual. Señala que se encuentra el lugar a una hora de camino, es decir entre 4 y 5 km, en cuyo radio de alcance solo encontramos la finca de Casa de Villalta, al pie del macizo montañoso de Molatón o Altos de Higueruela, que deben corresponder con los “Altos de Carcelén” que Waltz de forma constante cita en su artículo. Efectivamente existe en el lugar señalado los restos de lo que fue una alquería andalusí, muy afectada por las tareas agrícolas que han ido ampliando la superficie cultivable a costa de los restos del bosque de encinas y coscoja que debió de extenderse por el valle, entre el Molatón al Sur y la Cuerda de la Doblona al norte y del cual todavía se pueden apreciar numerosos restos entre los campos de cultivo.

En la visita se describen cerámicas que el autor relaciona con el yacimiento anterior, es decir, que clasifica de la Edad del Bronce y otras adscritas a la cultura Ibérica, pero en sus  palabras se destaca el aspecto “moderno” de algunas cerámicas, circunstancia que no relaciona con la fase medieval del asentamiento.

Finalmente llegan al yacimiento de La Graja, que Pierre Waltz sitúa al pié del Molatón, si bien se encuentra al norte, al otro lado del valle, en la vertiente sur de la Cuerda de la Doblona y un poco al oeste del Malefatón, similitudes en el topónimos que –suponemos – le llevaron a la confusión que queda plasmada en el trabajo citado, especialmente en lo relativo a los nombres de los hitos geográficos. De forma inmediata muestra su sorpresa por la extensión del yacimiento, que estima entre 700 y 800 m de longitud, un cálculo que tras su topografía parece un tanto exagerado, pues tiene justo la mitad de la estimada por Waltz.

El magnífico grado de conservación del yacimiento le permite apreciar varias líneas de estancias y una zona de tránsito entre ellas, que denomina “Avenida”. Describe estructuras como casas y estima su tamaño de 19 m de largo por 7,50 m de ancho, con muros de 1 m de espesor, realizados con piedras irregulares sin mortero de unión. Aporta con el texto la planta de tres viviendas, la primera de forma rectangular con dos estancias paralelas y sendos vanos, uno al exterior y otro de interconexión, interpretados como vestíbulo y salón. El segundo caso lo define como más complejo, con dos entradas desde el exterior, tres pequeñas estancias, dos de las cuales se comunican con una gran sala y una sala lateral que se comunica con una de las pequeñas estancias, formando un habitáculo lateral. Aprecia un pozo en la sala pequeña y señala como algo habitual en el yacimiento, circunstancia que hoy en día no puede ser corroborada y que puede ser una supuesta generalización del autor sin contrastar, pues no llego a efectuar catas o excavaciones en el yacimiento. (fig. 2.b).


B. Algunas de las plantas levantadas de los edificios de Las Grajas en el artículo señalado con anterioridad


El primer tipo de vivienda lo relaciona con las gentes muy humildes que había visto a lo largo de sus viajes, en especial en el Mediterráneo  oriental, mientras que  en el segundo caso interpreta las pequeñas habitaciones como tiendas o graneros, siguiendo la interpretación de las viviendas urbanas de época clásica, tanto griegas como romanas, a modo de tabernae. Las grandes salas, por su capacidad para un número elevado de personas, las interpreta como salones “…d´honneur ou de festins….”, pero sin llegar a emplear el concepto de “palacio” tal y como señala explícitamente. Sin embargo, la diferencia de tamaño y la complejidad del conjunto le llevan a plantear diferentes rangos o status sociales.

Señala la existencia de otras variante de viviendas, acompañado a un tercer croquis, más similar al segundo tipo, pero con un vestíbulo para proteger la intimidad de los moradores, pequeñas estancias y nuevamente un pozo en una de ellas. Esta reiteración sobre el pozo solo la podemos  interpretar como la apreciación del autor de la depresión que en algunas estancias se ha producido con el desplome de los muros, pues hoy en día, salvo un silo existente en el margen del yacimiento, que fue localizado hace unas décadas como consecuencia de peso de tractor empleado en el cultivo de los bancales próximos y un posible pozo en una de las estancias, en el resto se aprecian construcciones similares.

No duda de que existe una relación entre los tres yacimientos visitados, al establecer una unidad en las técnicas constructivas y en la planta de los edificios, pese a su diferente emplazamiento y a sus paralelos en otros poblados de época Ibérica, como el cercano Castellar de Meca.

Le desconcierta la ausencia de cerámica, al igual que ocurre hoy en día, circunstancia que no le ocurría en los yacimientos de la Grecia antigua que había estudiado y que conoce por sus trabajos en el Instituto Francés de Atenas. Le llama la atención que en una España de finales del siglo XIX, donde la vajilla de barro es casi el único ajuar de las poblaciones rurales, no haya supuesto una abundante presencia tras el abandono del yacimiento. Solo encuentra explicación en que el yacimiento de Las Grajas sea anterior a la invención de la cerámica, algo hoy en día impensable, especialmente al no relacionarlo con la tipología de las construcciones.

Esta falta de restos le impide encuadrar cronológicamente y culturalmente el yacimiento y por lo tanto plantear respuestas a cuestiones sobre las circunstancias sociales, políticas y culturales de los moradores. Pese a ello se da por satisfecho de haber sacado a la luz estos yacimientos y reclama la necesidad de desarrollar estudios multidisciplinares, donde topógrafos y arquitectos completen con sus datos la información obtenida de unas excavaciones arqueológicas que deben ser el eje central de la investigación futura, y que por la premura de tiempo y falta de recursos le ha sido imposible realizar.

El artículo fue publicado al año siguiente, en 1900, en el Bulletin Hispanique (tomo 2, nº3) de la Universidad de Burdeos. Lo hace en solitario, pese haber estado acompañado de Pierre Paris y Pascual Serrano, al igual que un breve artículo sobre una fusayola decorada procedente de el Castellar de Meca, que publicó en la misma revista en el apartado de “varia” dos años después (Waltz, 1912). Dicha pieza apunta a que con posterioridad a la visita a los yacimientos de Higueruela, se debieron de dirigir, junto con Pascual Serrano, al Castellar de Meca, donde Pierre Paris realiza en 1899 la primera excavación arqueológica en el yacimiento (Broncano, 1986:56). Según la crónica, Pierre Paris no cita la presencia de Pierre Waltz, algo que resulta sorprendente, salvo que una vez Pascual Serrano los recogió en la Estación de Bonete, llevase a uno al Castellar de Meca, donde realizó la corta y apresurada excavación y al otro a explorar los yacimientos de Higueruela, lo que explicaría que ambos no se citen en sus respectivos trabajos.

Respecto al yacimiento del Villar de Hoya Honda no hemos encontrado cita alguna previa al presente trabajo, ni en la bibliografía científica ni en los fondos del Museo de Albacete,(4) con anterioridad a la catalogación del yacimiento que realizamos en la primavera del año 2001, si bien –y como muchos otros- era conocido como “ruinas o corrales antiguos” por los labradores y pastores de la zona. Quizás lo más significativo en que el yacimiento no aparece reflejado en la cartografía 1:50,000 del IGN en su edición de 1895, siendo el Corral de Baltasar la construcción más cercana, junto a la Senda de Pétrola a Higueruela, emplazándose sobre la Loma de Cueva Negra. A partir de la edición de 1998 del mapa 1:25.000, como consecuencia de la utilización de fotografías aéreas (vuelos 1973 -1986), aparece el yacimiento representado con el símbolo de “ruinas”, mediante unas líneas rojas que recogen los principales estructuras visibles. El corral colindante cambia de topónimo, pasando de Corral de Baltasar a Corral del Pocico, desplazándose hacia el sureste el nombre primigenio y el camino, que ahora se denomina como de Corral Rubio.


2.  EL TERRITORIO.

El municipio de Higueruela se encuentra localizado en el ámbito de transición entre el Corredor de Almansa y los Altos de Chinchilla, en el sector central de la provincia de Albacete, lo cual lo convierte en la zona de paso entre las diversas comarcas albaceteñas, como La Manchuela y el Valle del Júcar al norte,  Los Llanos de Albacete al oeste, el Corredor de Almansa al este y un tanto más alejado el Campo de Hellín por el sur (Sánchez, 1982). Posee una relativa variedad topográfica, lo cual ha condicionado la ocupación humana a lo largo del tiempo y por tanto el estudio de su territorio en los últimos años.

El término se emplaza en los límites entre la comarca de Monte Ibérico – Corredor de Almansa y las tierras altas de Chinchilla de Montearagón, entre los 900 y 1050 m de altitud, lo cual que proporciona un clima un tanto singular, con unas precipitaciones por encina de la media de la provincia, circunstancia que influye notablemente sobre la vegetación y la fauna de la zona, permitiendo de forma secular los pastos de verano para los numerosos ganados, tanto locales como trasterminantes y trashumantes.

Las elevaciones del término separan la división de aguas entre las cuencas de Júcar al norte y el Segura al sur. Fijando el límite en el conjunto montañoso en el Molatón. La inflexión orográfica e hidrológica, junto con las ya señaladas peculiaridades climáticas, parecen estar en relación con el tránsito por el término de la Cañada de los Serranos, cuyo camino principal discurre de noroeste a sureste, pasando entre el actual núcleo urbano y el macizo de Molatón para dirigirse hacia Montealegre del Castillo y de ahí hacia Yecla y el Campo de Cartagena.

Desde el punto de vista orográfico el término queda dividido por las elevaciones que discurren de oeste a este. Al norte se levanta la Cuerda de la Doblona, que forma parte del núcleo central de la Sierra de Chinchilla, que separa el Corredor de Almansa y las tierras de Chinchilla del Valle del Júcar. De dicha sierra y a modo de apéndice meridional surge la sierra de Higueruela y el Molatón, lo que genera un pequeño valle que forma la cabecera de la Vega de Alpera, la cual discurre en la misma dirección que las elevaciones serranas, de oeste a este. (fig.4.a). la parte central del término se constituye como una llanura basculante hacia el sur, que se ve delimitada por los cerros de Mompichel (5), lo que genera que las aguas discurran hacia el oeste y el este en función de la inclinación del terreno, cerrando el avenamiento por el este las lomas de La Cueva, creando la laguna del El Sobralejo, que forma parte del conjunto de lagunas de Pétrola y Horna.


4A. Emplazamiento de los yacimientos en la cartografía 1:200.000 del IGN.


La tierra de Higueruela formaron parte del alfor de la ciudad de Chinchilla desde la antigüedad hasta su segregación en 1812. (6) La actividad económica ha sido siempre muy similar, pudiendo encontrar un ejemplo muy adecuado en el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz (1850), donde señala que la producción de la población en el siglo XIX es esencialmente de “…trigo, cebada, centeno, avena, guijas, garbanzos, algún vino y bastantes patatas, leña de combustible y buenos pastos con los que mantiene ganado lanar y las caballerías necesarias para la agricultura; hay caza de liebres, conejos y muchas perdices principalmente en la parte llana del término. También se ven lobos y zorros…..  y la alfarería de vidriado basto, rojo y una fábrica de tejas y ladrillos…” (Madoz, 1850: 200-201).

Quizás uno de los elementos más relevantes relacionado con el presente estudio sean las vías pecuarias. Como ya hemos señalado el término se ve cruzado por la Cañada de los Serranos como eje principal, pero cabe señalar la existencia de un numeroso conjunto de veredas, cañadas y coladas que permiten el paso del llano de la margen derecha del río Júcar hacia el centro del Corredor de Almansa. La mayoría se emplazan al este del trazado principal y utilizan los valles angostos de la Sierra de Chinchilla y la Cuerda de la Doblona. De oeste a este, en la cartografía 1:25,000 del IGN, todavía se registra la Cañada Real de Malefatón, que discurre por la cumbre de la Cuerda la Doblona.  y hoy es el límite septentrional de Higueruela con Alatoz, Carcelén y Alpera donde pasa a denominarse Cañada Real de la Tortosilla, finca en el término de Ayora a partir de la cual pasa a denominarse del Cordel de Meca. Estas se unen al Cordel de Alpera y llegan hasta la Colada de Burgos, en el término de Almansa, donde se unen a la Vereda Real de Andalucía a Valencia. Mas al este se encuentra con la Verde del Camino del Medio, la Vereda del Vallejo del Hontanar, la Vereda de La Mata y del Vallejo de la Carretera y posteriormente la Vereda de la Fuente Sancho. Uniendo la Cañada Real del Malefatón con el Molatón aparece la Vereda de la Carrasquilla que conduciría al tramo principal de la Cañada Real de los Serranos. (fig.4b.


4b. Vista del valle entre la Cuerda de la Doblona y Malefatón.


Esta multiplicidad de pasos de ganado parece estar relacionada con las fuentes, abrevaderos y un sinfín de corrales y lugares donde pernoctar los rebaños trashumantes antes de seguir el camino, bien para vadear el río Júcar o para penetrar en el altiplano murciano.

Finalmente cabe señalar que pese a la altitud de la zona y la rigurosidad del clima, especialmente en invierno, las numerosas fuentes y manantiales han permitido  el desarrollo de huertas en vallejos abrigados, que han abastecido el consumo local, mientras que la apertura y roturación de los llanos y píe de monte, en detrimento del bosque mediterráneo de encinar y coscoja, ha sido empleado para el cultivo rotatorio de cereal y legumbres, para lo cual era necesario un importante contingente de ganado de tiro. Pero sin lugar a dudas el pastoreo de ganado de ovejas y cabras, tanto para carne como para el uso  de sus  productos secundarios como la leche, la lana y el cuero, han sido la principal actividad económica de la zona hasta hace unas décadas, prueba de ello son los numerosos corrales dispersos por toda la comarca y con especial concentración en las elevaciones orográficas del término de Higueruela.

NOTAS AL MARGEN DEL TEXTO:

1
La topografía de los yacimientos contó en el año 2012 con una ayuda de investigación del Instituto de Estudios Albacentenses, con la que se pudieron efectuar los trabajos de campo y la correspondiente memoria, de la cual surge el presente trabajo. Queremos expresar públicamente nuestro agradecimiento a dicha institución por el constante apoyo recibido para éste y otros trabajos anteriores, sin la cual no se habría podido realizar y avanzar, aun- que con pequeños pasos, en la investigación sobre uno de los periodos más desconocidos del ámbito provincial. La topografía la realizó Ignacio Segura Martínez (Tossal Topografía). Igualmente queremos agradecer a Primitivo Abellán Soria, propietario de los terrenos y a su hijo Antonio las facilidades dadas para los trabajos de campo. (VOLVER)

2
Pudiera tratarse de Pierre Waltz, doctor en letras y profesor del Liceo de Bordeaux, que publico varias obras de sobre literatura y cultura griega en el primer cuarto del siglo XX, como Hésiode et son poème moral. (VOLVER)

3
Instituto Geográfico Nacional. (VOLVER)

4
Agradecemos a la directora del Museo de Albacete Dña. Rubí Sanz Gamo y a la técnica del mismo Dña. Blanca Gamo Parras, las facilidades que nos han dado siempre para el estudio de los fondos de dicha institución. (VOLVER)

5
Conocido también como el Cerro de la Tinaja o de las Tinajas, su topónimo deriva del nombre romanceado del latín Mont Pixer, derivado de la palabra valenciana pixer (jarra), si bien Pocklington (2010, 141), la relaciona con el latín Monte (m) Picelii “monte del pequeño pico”. (VOLVER)

6
El dato figura en una acta del Ayuntamiento de Higueruela del 16 de Julio de 1839, donde relata los momentos por los que ésta pasó “...el origen de esta municipalidad data del año1812...sus funciones se interrumpieron desde el año 14 al 20. Desde esta época las ejerció hasta el año 23 en que quitada la Constitución se extinguió el Ayuntamiento, el cual se creó de nuevo al publicarse el estatuto...” (1836). En 1820, la Diputación de Murcia, da órdenes para el deslinde y señalamiento de término a las villas segregadas de Chinchilla, que fueron, con Higueruela, Fuente Álamo y Bonete. Un poco más tarde lo haría Hoya Gonzalo. (VOLVER)

CONTINUA LA
SEGUNDA PARTE
   
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