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Viñas, uvas, vinos y bodegas.

          Quiero en primer lugar pedir excusas por el excesivo protagonismo que mis familiares y personalmente yo tenemos en este relato, pero el rigor informativo me obliga a ello.

(Blas Cano Aparicio) 2001

Viñas

En los primeros años de este siglo el cultivo de éstas difería, las viñas más pequeñas y próximas al pueblo, las labores se realizaban con la azada, los obreros solían ir en cuadrilla y la comida casi siempre se hacía en el tajo, para ello las esposas o algún familiar acudían con el consiguiente " menú ", que todos solían compartir en corro. En las plantaciones mayores los cultivos solían ejecutarse con caballerías, las de invierno "a par" o sea como su nombre indica con dos animales (mulas o burros) y las de verano " a forcate" con uno solo.

La poda se hacía como en la actualidad al igual que el " desbaraje " con tijeras y hacha, como las cepas solían ser muy robustas se hacía bastante mas uso del hacha que ahora.

No se empleaban abonos minerales, si estiércol, éste se solía extender en el suelo y con las labores se iba mezclando con la tierra. Otra forma más eficiente, pero más costosa, era hacer el hoyo con la azada y en la parte contraria al " acodeaor " con lo que se conseguía aparte de poner junto a las raíces abono orgánico, crear una reserva de humedad.

Los tratamientos contra " Mildeu y Oilium " apenas si se hacían y solo cuando alguna de estas enfermedades aparecían se solían tratar cosa que resultaba ineficaz pues para que si lo fuera, debieran hacerse tratamientos preventivos, por otra parte como estas enfermedades se suelen desarrollar en veranos húmedos y aquí generalmente suelen ser secos, el que trataba la viña y al lado tenía a otra que no se había tratado se desengañaban; Como entonces los rendimientos de la uva eran muy escasos, no se podía hacer muchos gastos, tendrían mas gastos que beneficios.

Por estas fechas comenzaba a hacer su aparición la "Filoxera" que ya había arrasado casi todas las vides del mundo, y aquí empezó a causar estragos.

UVAS

La vendimia se hacía con "oncetes", que los fabricaban los herreros partiendo de las hojas de las hoces viejas, esta hoja metálica y dentada se hacía en forma de gancho, con una empuñadura de madera, y tirando cortaba o serraba los racimos. Las tijeras no se conocían.

El acarreo como su nombre indica se realizaba, en carro los mayores cosecheros, unos con lonas y otros con capazos. Los más modestos los realizaban a carga, a la caballería se le colocaba una albarda, que es un aparejo para protegerla de las rozaduras y se suspendía un capazo, por la otra parte se arrimaba otro, para sujetar los dos, se entrecruzaban las asas y con un palo que se metía entre ellas, se quedaban sujetos los dos capazos. De esta forma la descarga se hacía fácil pues en cada parte se ponía una persona que sujetaba estas espuertas y tirando del palo quedan libres, sin necesidad de atar y desatar. Esta operación se repetía y en el centro además se colocaba otro lo que hacía un total de cinco capazos por carga.

En las plantaciones más antiguas las variedades estaban muy mezcladas, eran morastell, bobal, rojal, blanquillas, morabia, etc., las más recientes solían ser morastell, aunque se intercalaban lo que se llamaba "cepas de planta" o sea uvas mas actas para el consumo.

A principios de los años veinte, mi padre, introdujo la variedad "garnacha tintorera" trayendo sarmientos del pueblo valenciano de Liria.

Por aquel entonces un porcentaje muy elevado de vecinos "pisaba" es decir elaboraba sus uvas, todos las pisaban en casa y los que no tenían prensa lo hacían en la de algunos vecinos que hacían esta operación cobrando por ella. Esta operación consistía en hacer el mencionado pie, o sea unas llamadas cojinetas de esparto se iban llenando de orujo y raspajo y apilando en columna hasta un numero de diez o doce que tenían cabida en la prensa.

La prensa estaba formada por dos plataformas circulares metálicas unidas entre sí por dos cilindros también metálicos, la plataforma de la base era rígida y están esta tenía una plataforma superior que por su mecanismo de carraca y con accionamiento manual de una palanca de madera iba bajando y comprimiendo esta columna extraía de ella el mosto. Este lo retiraba en cántaros del propietario de estas prensas, para mezclarlo al que había salido de la operación anterior que era la pisa de la uva, los orujos y raspajos se solían dar al ganado y a los cerdos como pienso.

En mi memoria los que tenían prensas dedicadas a efectuar (los pies) eran, Primitivo Abellán Almendros situado en la calle Santa Quiteria, y sus hijos ejecutaban estas labores de prensado, Diego Navalón en la calle San Antonio y Francisco Bautista Riaza " Picoto", hacia los trabajos y Juana Cano en el callejón de la "fuente de la paja" cuyo operario era José "Cachitos".

El mosto, aparte de su principal aplicación mediante la fermentación, el vino, tenía otras aplicaciones, entre ellas el arrope, que se concentraba mediante larga cocción hasta conseguir la concentración de azúcar necesaria para su conservación; se le añadían trozos de calabaza, que previamente se habían tratado con agua de cal, para que no perdieran su textura, también se añadía trozos de naranja, membrillo y zanahoria. Resultaba un alimento con un poder energético muy elevado y constituía el principal postre de invierno. Otros usos eran la mistela y el zurracapote, para la primera se mezclaba alcohol para detener la fermentación del mosto y que se quedaba de esta forma transformaba en una bebida mas o menos dulce según la proporción de alcohol y mosto. La segunda en vez de alcohol se le solía añadir "aguardiente", coñac, ron o cualquier otra bebida al gusto.

Los vecinos, el vino generalmente lo dedicaban a su consumo y a los que les sobraba, solían vender al publico, los que esto hacían, colocaban encima de la puerta una rama de romero, que equivalía a "se vende vino". Con este motivo solía comentarse del vecino que gustaba "empinar el codo" fulano a puesto el ramo por dentro. Estos vinos no aguantaban mucho, pues en cuanto llegaban los calores solían acidarse, es decir, avinagrarse

Contaba mi padre, que Benita Almendros, esposa del principal carnicero de entonces Antonio Tolsada vendía vino y vinagre y ambos los despachaba del mismo tonel.

BODEGA

Había lo que ya podía llamarse bodegas; de las que recuerdo; la de Paco García situada en la Calle Primo de Rivera, que hoy habitan las familias de Emilio Verdejo y Francisco Tolsada. Que tenía la entrada por unas "portas" junto a la posada en las que "Pascualete y Floro" instalaron un bar, en esta bodega se instaló el primer cine de la localidad; otra de Francisco Cano Arnedo en la calle Estación, frente a la hoy discoteca, esta la vi trabajar. Otra en la calle travesía de la plaza, de Simón Sáez que tenía la entrada en lo que hoy es carnicería de Emilio Martínez Molina. Había otra en la finca de Casillas de Arriba, hoy propiedad de los herederos de Valeriano Gómez). Esta bodega estaba dotada de los elementos más modernos e idóneos para las elaboraciones.

Por último la de mi abuelo, Blas Cano García, fundada en 1860 fecha que figura en una de sus paredes. Situada en el Camino de la Cruz. Desde la cual vino elaborando. Contaba con una báscula para pesar los carros sin la caballería y otra para pesar capazos y "pipas", piqueras para la descarga de uvas, una estrujadora de dos cilindros movida a mano para trituración de uvas, tres trullos , tapados con tablones de madera encima de los cuales se efectuaba la "pisa". Con la pasta que salía de la estrujadora se hacía una capa encima de los tablones de los trullos, que los trabajadores iban pisando con un calzado llamado alborgas, que se confeccionaban con relincho de esparto picado para la suela y un trenzado de guiíta fina también de esta fibra, para las caras, eran de fabricación casera.

Esta operación de pisado había que hacerla levantando el pie y dejándolo caer con energía y al tocar con la pasta había que girarlo para restregar esta sobre las tablas esto tenía por objeto el que los orujos de las uvas soltaran el color al mosto; la labor la realizaban 20 o más personas a unísono, dirigidas por un mayoral, a la sazón Pedro Cantos "Alpeduque" al que siendo niño recuerdo oírle decir "atención a la pisada" y de vez en cuando "MÁS FUERTE, QUE NO SE OYE " Esta faena solían hacerla con las manos cogidas a la espalda y algún que otro se destapaba cantando, resaltando un hecho que a mí me parecía singular, ya que el "run run" de las pisadas parecía el acompañamiento de la canción. La capa de orujo que quedaba encima de las tablas se echaba al interior del trullo para que se mezclara con el mosto que salía del estrujado y del pisado, no podían llenarse por completo ya que al fermentar el mosto aumentaba el volumen de esta masa.

Cuando esto sucedía era preciso hacer unos" bazuqueos" o batidos, consistía en ir sumergiendo la costra que al fermentar se situaba en la parte alta y empujándola hacía abajo; para esta operación se utilizaban rastros, formados por una tabla y un mango largo de madera el manejo de esta operación era pesadísima, después se suplieron los rastros por escaleras de madera que tenían la misa finalidad y que resultaba menos dura dicha labor. Esta tenía dos fines, con el primero sacar mas color de los orujos al mosto y segundo evitar la acidez.

Cuando la masa había hecho la fermentación tumultuosa, se abría la tapa del trullo y el vino caía a la pileta, quedando los orujos y raspajos en el trullo. Este casi vino se trasladaba mediante una bomba accionada a mano, a uno de los cuatro conos de madera que tenían una capacidad de 3000 arrobas, donde terminaba la llamada fermentación lenta.

Estos trullos tenían unas tapas en su parte inferior para su vaciado que los comunicaban con una pileta más profunda, se llenaban con el mosto que salía de la estrujadora y con las del pisado, no podían llenarse por completo ya que al fermentar el mosto aumentaba el volumen; cuando esto sucedía era preciso hacer unos bazuqueos, estos consistían en ir sumergiendo la costra que se formaba en la parte superior, se hacía con unos rastros, formados por una tabla con un mango largo de madera, a los que varios operarios colocaban estos encima de la costra y la empujaban hacia abajo, esta operación era muy pesada, sustituyendo los rastros por escaleras de madera con lo que se hizo menos dura esta labor. Cuando la masa en fermentación le quedaba poco azúcar o glucosa se abría la tapa del trullo y el vino caía a la pileta, quedándose en él los orujos y raspajos; que después eran prensados primero en una prensa de jaula y después en otra de cojinetas, que sé a descrito anteriormente; el vino de la pileta y el de las prensas, era transportado por una bomba de mano a los conos en los que terminaba la fermentación; pasado un cierto tiempo y cuando los fríos habían hecho su aparición se trasegaba para quitarle los posos llamados heces. El caldo resultante de estas operaciones se denominaba vino tinto.

Había otra variante que consistía en lo siguiente, cuando el trullo se encontraba lleno, se aflojaba la tapa para salir el mosto, el cual era bombeado a un cono donde fermentaba, saliendo así el vino clarete. El vacío quedado en el trullo, era rellenado con uva estrujada y pisada con lo que todo junto fermentaba, ejecutándose las operaciones antes reseñadas y su resultado era un tinto llamado "doble pasta"

El contenido de glucosa o sea de dulce de los mostos se medía por un densímetro al que se denominaba pesamostos que contenía una escala valorada en grados que más o menos correspondía a los de alcohol del vino después de la fermentación.

La salida de los vinos se hacía en bocoides, o sea pipas que eran transportados a la estación de Bonete, en carros especialmente preparados para transportar estas pipas, tirados por dos animales, el último y reciente huso de este tipo de carro es para los ""quintos" y es el único superviviente. Entre los vecinos que poseían vehículo para el transporte de vino se encontraban los hermanos David y Cosme López, Pedro Navalón y un tal Colmenero. Ya en la estación y por medio de una bomba, se cargaba en los fudres, una especie de ovoide pero de mas capacidad que iba dentro de un vagón. Desde la estación se expedían con destino a exportadores de Valencia. También mi abuelo poseía una fábrica de alcohol vínico ubicada junto al matadero municipal hoy propiedad de mi primo Blas Cano Serrano, en ella destilaban los vinos que bien tendían a acidarse o que no era rentable su venta los a los exportadores. Esta fábrica hacia alcoholes de 95 grados y estuvo trabajando hasta finales de los años veinte. Época en que se desguazó debido a los problemas de las inspecciones de Hacienda, que periódicamente realizaba.

A la muerte de mi abuelo, heredaron la bodega mis tíos Felipe, Sinforiano y mi padre quienes elaboraron juntos, a los pocos años Felipe vendió a mi padre su tercera parte de participación y construyó una bodega en la placeta San Antonio de la que aun existen algunos vestigios, propiedad de mi prima Mauricia Cano Cano.

Los depósitos para conservación de vino eran de barro, llamados tinajas que tenían una capacidad de unas cuatrocientas arrobas por unidad. Las fabricaban en Villarrobledo y las traían en unos enormes carretones. También en esta fecha mi tío y mi padre instalaron en la bodega tres tinajas iguales a las de referencia siguiendo en la sociedad con mi tío Sinforiano; En los primeros años cuarenta éstos decidieron la partición de la bodega, el primero se quedó con la nave que habían construido para las tinajas y un pasillo de acceso a la misma desde la calle. Hoy propiedad de mi primo Blas.

Al quedarse independiente mi padre, comenzamos la ampliación de la bodega, en la parte que quedaba entre ésta y la vivienda de Alfonso Martínez que era de nuestra propiedad y que anteriormente se dedicaba a pajar terrero y patio; Allí, construimos mas trullos, depósitos de hormigón armado dedicados a fermentación y contención, depósitos subterráneos y una especie de tinajas que se fabricaban con cemento y alambre in situ.

Cuando estábamos haciendo estas operaciones, era sobre el mes de julio, la mayoría de los obreros se encontraban en las faenas de siega y formamos un equipo compuesto por Juan Sánchez "Juanico el de las mulas", Antonio "el de la Morena", Juan - José Martínez, mi hermano Laureano y yo. Nos encontrábamos haciendo una excavación para un trullo y teníamos un burro con el que retirábamos la tierra, este animal en contra de lo que era corriente en los de su especie, "sejaga" de una manera tremenda y cuando Juan lo estaba aproximando para cargar, tanto reculó hacía atrás que carro, aperos y borro cayeron con estruendo dentro de la excavación, mi padre que se encontraba presente hizo que le pusiéramos unos palos inclinados por donde subió el burro y el carro, y al salir soltó y un rebuzno estremecedor.

Por aquel entonces, época de penuria y escasez era habitual dar a los operarios " la costa" estábamos merendando una tripa de salchichón, fuimos cortando y cuando solo quedaban Antonio y Juan José, lo que quedaba de la tripa el primero partió haciendo dos trozos bastante desproporcionados, quedándose con el mayor, a la vista de lo cual Juanico le dijo co co coño (Juan tartamudeaba bastante) - creo que te has pasao Antonio -, a lo que inmediatamente Juan José replicó "eso digo yo ", "eso digo yo".

Sería prolijo hacer alusión a las distintas ampliaciones que fuimos haciendo tanto en capacidad como en modernización de los elementos. La bodega quedaba con una capacidad que rebasaba el millón de litros, con maquinaria, laboratorio e instalaciones idóneas, al propio tiempo en colaboración de los vecinos habíamos ampliado la calle de acceso, haciendo más fácil el paso a los camiones.

Mi hermano Laureano y yo, comenzamos una expansión comercial importante, en Valencia, puerto importantísimo en la exportación de vinos, que se hacían en barcos cisterna. Vendíamos a bodegas SCHENT, TECHENDOR, EGLI y CHERUVINO BALSAJIACOM, muchos de los cuales se agruparon.

Para el interior abrimos otros mercados a la tintorera en la mancha, por aquel entonces la producción de uvas tintas no alcanzaba el 10 por ciento y el resto eran blancas. Sin embargo, la demanda de vinos tintos, que era mayoritaria, no la podían abastecer con sus uvas, tenían que buscar vinos para colorear sus blancos, que normalmente hacían con los llamados "doble pasta" procedentes de la manchuela; Para conseguir un rosado clarete tenían que añadir un 20 por ciento de este vino. El resultado que estos vinos tenían un color amoratado falto de brillo y una astringencia muy fuerte, por tanto, el resultado de esta mezcla nada tenia que ver con los vinos de la tierra. Por el contrario con la tintorera que en años buenos se decía que tenía veinte colores, lo que equivalía a colorear el agua con un cinco por ciento de tintorera, dándole un aceptable color, salían unos buenos claretes y rosados muy brillantes y con un color añil precioso. Hacia que los vinos quedaran con sus cualidades inalteradas.

Estas circunstancias hicieron que los principales exportadores Valdepeñas, Manzanares y otras plazas se decantaran por el empleo de la tintorera y que la diferencia de precio entre esta y el "doble pasta" quedaba compensada con creces a favor de la primera. La cooperativa también se introdujo en este mercado; aunque supongo que con el aumento de las plantaciones de la uva tinta en la mancha habrán ido decreciendo sus ventas. En Galicia también introdujimos la tintorera, al principio los elaboradores para no disgustar a sus cosecheros hacían que las cisternas llegaran de madrugada para que la descarga no se hiciera muy ostensible. Querían recibir los vinos en "fermentación lenta " para que les ligaran bien con los suyos. Con la puesta en marcha " Consejo Denominación de origen", en la cual no estaban incluidos nuestros vinos, la cosa se hizo mas difícil, algunos solían recibirlos, corriendo el riesgo de posibles sanciones, y, otros optaron por hacer almacenes en la provincia de León donde se descargaban, para posteriormente pasarlo a sus bodegas. En algunas campañas, por razones de calidad o cantidad de las cosechas, el consejo solía autorizar entradas limitadas de nuestros vinos. De Galicia, donde estos vinos se bebían en tazones de loza blanca en contra de lo usual de cualquier sitio de hacerlo en vasos, vino el huso de estos tazones para ver la cantidad y calidad de la coloración de los vinos. Hasta entonces esta valoración, por estos lares se efectuaba con unos recipientes de plata, que en su fondo y laterales tenían unas hendiduras de distinta forma y tamaño; Al vino se le imprimía un movimiento circulatorio por el cual al ir resbalando se apreciaba su coloración y brillo. Afortunadamente conservo uno de estos que considero una verdadera reliquia.

El transporte comenzamos haciéndolo en cisternas, teníamos dos, una de ellas con remolque, se hacía principalmente en la época de elaboración. No había carga de retorno, lo que encarecía el porte, para paliar la carestía pensamos traer castañas desde León, la carga de la misma en la cisterna se hizo con facilidad por unas bocas que las mismas tenían para practicar la limpieza del interior, pero la descarga tuvo muchos problemas ya que las castañas no podían salir por los grifos de las cisternas. Se tuvo que hacer utilizando una sartén con rabo y sin patas y desde arriba se sacaban. Como las castañas no se descargaban a un solo almacenista aun resultó más complicado la descarga. La experiencia no se repitió y no hubo mas reportes.

Como por aquel entonces las calefacciones se calentaban exclusivamente con el llamado carbón piedra y éste se extraía en gran parte en minas de León los camiones que con este mineral venían a descargar en la parte centro y levante fueron provistos de unas cisternas de plástico hinchable que después de la descarga del carbón, se desplegaban en la caja de este, tenían estos recipientes las mismas dimensiones que la caja del camión, entonces se enchufaba la bomba y se iba cargando este depósito hasta ocupar todo el espacio; En la parte superior de este recipiente se colocaban unas cadenas en distintos sentidos para paliar en lo posible los movimientos del vino en el transporte, no obstante la conducción de estos vehículos contenía ciertos riesgos. Últimamente como desde Galicia, se exportaban gran cantidad de leche hacia estas zonas con cisternas construidas con acero inoxidable, traían leche, para el viaje de retorno, después de limpiar estas, se cargaban con vino para el viaje de regreso. La Cooperativa también participó en estos mercados y transporte.

Hubo unos años de una gran demanda de tintorera, al no poder atender a nuestros clientes con nuestra propia elaboración, lo hicimos en las bodegas de Alpera de MASSO por entonces Policarpo.

También compramos en Almansa y Montealegre del Castillo, como traíamos las uvas de Casas de Juan Núñez y Pozo Lorente, en éste había una sola viña de tintorera, también compramos uvas en Hoya Gonzalo y Villar de Chinchilla, de todas estas procedencias, las coloraciones que apreciábamos de menor a mayor eran las siguientes:

Almansa, Montealegre del Castillo, Pozo Lorente, Villar de Chinchilla, Hoya Gonzalo, Alpera e Higueruela esto nos indujo a pensar que el factor altitud podría ser muy importante en la coloración de las uvas.

Al no poder abastecer con estas procedencias la demanda del mercado, nos desplazamos a comprar tintorera en la provincia de Castellón en el pueblo de Cabanes y vecinos; Al segundo año que acudíamos a estos lugares, ocurrió que a bodegas SCHENK a las que habíamos suministrado estos vinos, le dejaron de cuenta una partida de ellos en Alemania por contener "híbridos" que al parecer era consecuencia de que los porta - injertos que se habían utilizado para estas cepas suministraban a las uvas estos "híbridos"; Aquí esto causó cierta consternación, pues ni se tenía constancia de la existencia de los mismos, ni había métodos analíticos para determinar su existencia. Parece ser que con el tiempo se fueron seleccionando los plantones americanos y la cantidad de estos " híbridos" ha ido decreciendo pero no ha sido eliminada por completo, según parece, por tanto creo que se perdió una posibilidad importantísima de aprovechar esta circunstancia en una zona que comprendía nuestro pueblo y vecinos, unidos a algunos de la provincia de Murcia como Yecla, Jumilla y otros de haber echo una línea de vinos ecológicos ya que eran las únicas " a mi entender" zonas en el mundo en que quedaban plantaciones indígenas y que por tanto, sus vinos no contenían la repetida "hibridación", por otra parte hubiera sido muy sencillo el hacer ecológico el cultivo de estos viñedos pues dado la practica de buenos usos y costumbres, solamente hubiera sido necesario el eliminar el uso de abonos minerales que se utilizaban en pequeñas proporciones.

LA COOPERATIVA

A mi juicio, creo que el desbordado crecimiento de la misma ha sido "contra natura", pues con una cantidad razonable de materia prima, la CALIDAD Objetivo prioritario de cualquier producto, es fácilmente conseguible, estas circunstancias en años de demanda desmesurada, se ha obviado, ya que todo se vendía, siempre faltaba vino y se quedaba mal con los clientes, porque no se le facilitaba la cantidad que demandaban. Lo moderado, se elabora, comercializa y se corre un menor riesgo comercial.

Se le podría aumentar que a mayor cantidad, máquinas de mas desarrollo en el estrujado de la uva, estoy de acuerdo con este criterio. Pero en el prensado, ay esta la cuestión en los vinos tintos, la mayor coloración las tienen los caldos que se extraen con menor presión o sea que mayor extracción y más color. En las antiguas prensas de cojinetas que se accionaban a mano, que las capas de orujo eran muy finas y a través de ellas se iba evacuando el mosto con facilidad, resultando el método en que se extraía mas color y más rendimiento; No quiere decir esto que hemos de volver a aquellas prensas, solo lo menciono a título informativo; o sea que a mayor volumen de estas prensas, mas dificultad de salida de los mostos. Se utilizaron unas prensas de jaula en las que llevaban dos émbolos que iban apretándolas en los dos sentidos, estas prensas se hacían girar en sentido contrario y mediante unas cadenas que llevaban intercaladas, desmenuzaban la pasta, esta operación se repetía el número de veces que se creía conveniente. Con el sistema actual de macro – prensas resulta contraproducente ya que se obtiene menos color y menos rendimiento de mosto o vino.

Es urgente cambiar la valoración por la cantidad de glucosa, graduación de las uvas que contiene, es mas, creo que esta debía eliminarse; es decir, que solo debe valorarse el color, factor único por el que se aprecian estos vinos. En la antepenúltima campaña se dieron las consiguientes dificultades por la carencia de colores para la venta de vino y el precio de los mismos, pues bien, parece que en la última debido a la mejor coloración de las uvas y seguramente a un distinto criterio seguido en la elaboración, se ha podido observar que los compradores han seleccionado los distintos depósitos y han ofertado por los que eran más idóneos para sus fabricaciones. Pues bien, es fácilmente deducible en campañas venideras, que el mercado va a seleccionar de entre los vinos aquellos que con la misma coloración tengan un grado alcohólico inferior, por razones obvias, ellos no buscan el grado alcohólico sino el color y por tanto al seguir apreciando estos vinos va a tener una consecuencia lógica que es la penalización de los cooperativistas que aporten sus uvas con menos graduación y el mismo color. Circunstancia que se viene produciendo en la actualidad y que hay muchos que consideran infravaloradas sus uvas. Por el repetido procedimiento de "kilo/grado". Mi desfase como elaborador me hace completamente ignorante en este tema, pero, por lo que he ido parece ser que se está desarrollando un colorímetro de acción rápida , que podría utilizarse en vendimias próximas.

No me cansaré de insistir en CALIDAD para poder subsistir en el mercado, pues es obvio que aparte de la prueba exitosa de elaboración con tintoreras de vinos para consumo y que según algunos rumores se pretende embotellar cuyas instalaciones de enfriamiento, filtrado, mecanización y otras resulta costosísimas, la gran masa de nuestros vinos, en mi modesta impresión tiene que dedicarse al "coujaje" tanto en mosto como en vinos. Y ante la que se nos avecina con la puesta en producción de las masivas plantaciones realizadas en esta localidad como las de nuestro entorno y en otras que arrastradas por el espejuelo de los precios y demandas de las pasadas campañas se han producido, considero que debemos acentuar la CALIDAD en la que no me canso de insistir para sobrevivir a la avalancha que se nos avecina.

Desde hace bastantes años, y en varias ocasiones he sugerido a directivos y empleados que con el raspajo tiraban mosto; pues basándome en mi experiencia, prensando estos orujos se obtiene una cantidad importante de mosto que no debe desperdiciarse. Para efectuar una prueba, sugerí instalar en esa bodega una prensa hidráulica de las que tengo. Esta prensa va provista de varios carros – jaula, de tal manera que mientras uno se está prensando, otros se pueden estar cargando y descargando, la prensa tiene dos velocidades al principio es más rápida y después más lenta, para darle tiempo al mosto a salir que a través del raspajo sirve de drenaje a la evacuación del vino.

El llenado se hace poniendo el carro jaula bajo la salida del raspajo, y el vaciado, se levante el carro con un polipasto y cuando está encima del remolque o camión se abre un cierre y cae el "taco" sobre el mismo. Con este sistema con solo un vehículo se transportaría por los de cinco que vayan directos de la salida del raspajo al remolque. Quiero dejar bien claro, que no se trata de que yo quiera por este ofrecimiento el vender esta prensa, pues siempre les he sugerido hacer una prueba, y, si ella era satisfactoria y deseaban quedársela pondrían su precio. Y quiero decir que con los mostos que se obtienen se le daba un buen pellizco a los gastos de la elaboración. Hoy como partícipe, mi mujer es una pequeña colaboradora de la misma, me considero con derecho a insistir sobre el particular.

En otro terreno, cuando se hagan reformas, ventas, perspectivas, resultados o cualquier otro motivo que se considere de interés, se podría editar un boletín informativo, bien repartido a los cooperativistas de forma individual o dejando ejemplares en las Cajas para que de las mismas poderlos retirar los interesados o ponerlas en los bares y lugares que se hace habitualmente, ya que observo que gran parte de los socios, se encuentran ayunos de información y deseosos de tenerla. No quiero decir que esta se les hurte, sino que la tienen difícil, ya que para obtenerla han de preguntar a alguno de los directivos o empleados, pero con el boletín lo tendrían más fácil y cómodo.

   
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