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    EL CORRALAZO.

(PLACETA)


Placeta del Corralazo año 2020.


"El olmo del corralazo"

(1992. Aquilino Gómez).

El corralazo, mi morada, cuna de mis mayores, a tí quiero dedicarte mi prosa sencilla y humilde como eras tú, como lo era tu gente, y en donde florecieron las mas bellas etapas de mi vida: niñez, adolescencia y juventud.

En tu recinto formado por casas humildes como la que yo habitaba, era dichoso con mis juegos, estudios y el asomo de mis primeros y apasionados amores, que mas tarde marcarían en mi vida un hito de felicidad.

En el centro de esta plazuela, se podía contemplar un olmo gigante, que cubría y daba sombra en el verano a las casas y útiles de trabajo que reposaban sobre sus paredes. Junto a su tronco, -por demás voluminoso-, una piedra en forma de exaedro o cubo donde se picaba el esparto, y a la vez era silla y sostén de mis libros.

Cuántas veces con mis saltos, trataba de alcanzar tus ramas y hojas para sentirme gigante como tú. Además de mi consejero y amigo, eras mi refugio en las horas alegres y dulces, como igualmente en las tristes y amargas. Infinidad de veces sobre tu corteza parduzca y agrietada, mis lágrimas se hundían cuando me veia impotente para superar las dificultades que con frecuencia se presentaban en mis estudios; (era autodidacta) pero la afectuosa voz que salía del hueco de su viejo tronco dándome aliento y estimulando mis aspiraciones, hacia posible mi vuelta al trabajo con nuevos brios.

Y que decir de aquellos pajarillos que anidaban en tus grandotas ramas; su melodioso canto,hacía sentirme alegre y soñador para mirar con fe y optimismo el futuro. De ellos, al ver cómo construían sus nidos, aprendí a ser humilde, paciente y trabajador. Ellos me prestaron sus ágiles alas para llegar a las alturas que había soñado, y así, poder hacer realidad la noble y hermosa taréa de "Enseñar al que no sabe".

Si muchos fueron los desvelos y sacrificios, muchas y grandes fueron las satisfacciones.

No puedo ni debo pasar por alto, aquellos dos fuertes pilares que soportaban el peso de mis ambiciones, con un estoicismo singular. Fueron mi hermano Antonio y mi madre (q.e.p.d). Para ellos, mi corazón por entero.

En mi mente tengo grabados aquellos aperos de labranza y transporte: carros, horcates, vertederas, tablones, hechos en su mayoría por mis grandes amigos "Los Calderetas": Pascual, Obdulio y Crescencio, como igualmente "Los Zornozas": Pepe y Miguel. Mi recuerdo póstumo para los que se fueron y fuerte abrazo para el que vive todavía.

Pasaron los años, y la lima del tiempo que todo lo pule y desgasta, me llevó con todos los honores a un rincón del desván.

Entonces volví la mirada a esa tierra, a ese pueblo inolvidable, para cantarle con mi poesia modesta y sentimental (como lo hacían mis amigos los pajarillos, el amor apasionado que siento por ella y por Santa Quitería.

Un buen día visité el Corralazo, y ví con pena que ya no estaban mis amigos: ni aquella picaera, ni aquellos aperos tan familiares, ni aquellos pajarillos que tanto me enseñaron, ni aquel olmo que me daba aliento al igual que lo hacía mi madre.

En ese momento pude reflexionar y contemplar la vida tal cual es, con sus mas duras emociones. Lo viejo y caduco, va dejando paso a lo nuevo, a lo eterno, a las ilusiones, a la vez esperanza.

Lloroso miré al cielo, y pensé, si un día sobre mis cenizas, podría crecer un olmo gigante, un olmo como era....El olmo del corralazo.

Reportaje fotografico de este rincón tomado el año 2008.




Entrada a la placeta del Corralazo.




A la derecha en la primera casa vivió Donato y la Guillermina. Ahora propiedad de Pedro Arnedo.En la casa siguiente vivieron Miguel "el Maleno y Dolores. Después vivió en ella "Kubala".
En la tercera vive Paco "Fortuna" y antes de él vivieron Vidal y su mujer Mercedes, hasta que se marcharon a Valencia.

















Fotografia del año 2014.




   
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