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Aldeas de Higueruela.

CASA CABEZAS.


De momento no tenemos fotografía de la aldea. Solo este texto de Agustín Mínguez Valero editado el año 2007, donde un niño nos relata su vida en CASA CABEZAS.

Cuando yo era un joven de 8 o 9 años, era un poco travieso y todo lo veía de color rosa. Me pasaron unas cuantas anécdotas que a continuación les voy a contar.

Viviendo en la Casa Cabezas y siendo encargado general de cinco comodines que tenían mis padres en la gorrinera. Pues todos los días bien temprano les hacía de comer un amasado con harina de cebada con ortigas picadas, hasta que un día me faltó la tan preciada agua que en aquella humilde aldea no había. Y se me ocurrió echar de una garrafa un líquido que era transparente como el agua y que resultó cazalla. Como podéis imaginar menuda borrachera de gorrinos, se ponían de rodillas y se les caía el culo por mucho que intentaran ponerse de pié no podían y a esto se le sumaban unos raros gruñidos. Mis padres al verlos se les creó un gran susto, allá que coge mi padre la mula y se va al Pozo Lorente a por el veterinario. El veterinario en cuanto llegó fue al tornajo del amasao y el olor a cazalla cantó el mal de aquellos cinco apreciados animales.

Las magdalenas que hacía mi madre en aquel horno moruno que teníamos allí en la sierra eran una delicia. Mi madre nos regañaba a mis hermanos y a mí porque siempre estábamos en el escriño de las aleluyas, hasta que mi madre ya con gran enfado nos dijo ¡ No quiero que os comáis ni una magdalena más!. Pero mi hermano Bernardo que era aun mas travieso que yo me dijo ¡ Y si es pegamos un bocao a cada una , así no nos comemos ninguna! Vaya disgusto el de mi madre que cogí´una polea rota de la cosechadora de Periquín, y nos hizo correr por aquellos lejios como gamos....

Mi burra y yo, aquella que tantos cántaros de agua acarreamos desde el Monfón, el Pozo de la Hoz o la Losa de la Burra hasta Casa Cabezas.

Corría el año 1970 y me dijo mi apreciado padre "échale un buen pienso a la burra que nos vamos a las fiestas del pueblo y no vamos a venir en 2 o 3 días", la burra estaba atada al pesebre y yo como la apreciaba bastante fui generoso con el pienso, le eché un costal de centeno y nos fuimos para el pueblo.

Cuando volvimos a los 2 o 3 días la burra había reventado de tanto como había comido, Y yo me dije para mis adentros ¡Ya no romperemos mas cántaros juntos!
Hermano Bernardo Mínguez Valero.
Madre: Isabel Valero Monteagudo.
Padre: Agustín Mínguez Tárraga.

   
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