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HIGUERUELA 1954-1959.
CINCO AÑOS DE MI INFANCIA
O
LA VIDA EN UN PEQUEÑO PUEBLO RURAL.
(Cosme Colmenero López)
SEPTIMA PARTE:
SANIDAD. LOS MEDICOS. LA FARMACIA. LOS VETERINARIOS. LOS PRACTICANTES. EL SACAMUELAS. CURANDEROS. LA HIJA DEL TUERTECILLO QU CURABA LAS VERRUGAS.
Del cuidado de la sanidad de las gentes del pueblo se ocupaban varios profesionales; el principal era el médico, que por aquellos años era D. Pascual Serrano, casado con Dª Juanita; no tenían hijos, y vivían en su casa de la calle Ramón Franco, donde también pasaba la consulta; recuerdo cuando instaló un aparato de Rayos X.
(Al fondo, la casa donde vivía y pasaba consulta D. Pascual, el médico)
Era un poco raro, pues aunque era natural de Higueruela, no daba mucha confianza y casi toda la gente le llamaba de usted; y si alguien iba a su casa para avisarle de alguna urgencia por la noche, decían que no les abría la puerta.Todas las mañanas daba una vuelta por el pueblo visitando a los enfermos, y después, sobre las doce, pasaba la consulta en su casa, donde acudían los enfermos que no necesitaban guardar cama.
Por aquella época había muy poca gente que tuviese asistencia sanitaria gratuita, por lo que existía la iguala, posibilidad de pagar una cantidad fija cada mes, y a cambio te garantizabas que el médico te visitaría si estabas en cama, y te recibiría en su consulta; si te pasaba por rayos, eso se cobraba aparte. Quien no tenía iguala, debía pagar cada asistencia del médico.
El Centro de Higiene Rural (1959)
Desde que yo recuerdo, en Higueruela había una farmacia; al principio estaba en la calle Ramón Franco, junto a la casa de Dionisio Fresneda; allí vivía el farmacéutico, D. Gerónimo, un hombre de enorme estatura, con su mujer y su hijo, Geromín. Después vino otro farmacéutico, creo que se llamaba D. Jesús, que tenía un perro, Estuff, muy feo y con aspecto fiero; tenía un coche Dos Caballos, de color verde; este farmacéutico trasladó su vivienda a la planta baja de la casa que hizo Juan Ramón, junto a la posada; allí trasladó también la farmacia, que tenía un escaparate enorme, que decoraban de una forma muy vistosa.
El practicante se dedicaba a poner inyecciones, a ayudar en los partos, hacer alguna cura, etc. Por entonces el practicante era Juan Ramón Bueno, natural de Higueruela, que se casó con Mercedes, hija de mi tío Gregorio; tuvieron dos hijas: Reyes (Mª Paula de Reyes, porque nació el día 6 de enero) y Merche. Al principio vivían en la casa de su padre, frente a la fuente de su nombre, y más tarde hicieron la casa junto a la posada, y en la planta baja se instaló el farmacéutico, como hemos dicho, y en la de arriba estaba la suya.
Pocos años antes se había descubierto la penicilina, y su uso se generalizó rápidamente por todo el mundo por sus magníficos efectos en la lucha contra muchas enfermedades; pero Juan Ramón, que por su oficio la tenía que manipular a diario, resultó alérgico, y tuvo que dejar su profesión; se marcharon a vivir a Albacete, donde pusieron una droguería. (Años más tarde, se reincorporó como enfermero en el Hospital de Albacete, haciendo tareas que no le obligaran a entrar en contacto con la penicilina).
Cuando se fue Juan Ramón, vino D. Eduardo Quijada, que vivía en el cuartel viejo, y tenía varios hijos, a uno de los cuales le conocíamos como “Balarrasa”.
Si había algún periodo sin practicante, alguno de los barberos ponía las inyecciones.
Ya nos hemos referido a Pascual el de Los Pajaritos, que sacaba las muelas a quien lo necesitaba.
Y había una mujer, creo que se llamaba Mariana, una de las hijas del Tuertecillo, que decían que quitaba las verrugas y las pecas, contándolas; parece un poco fantástico, pero yo me acuerdo de que mi Pepe tenía pecas, y lo llevó mi madre a la Mariana, y se le quitaron.
Luego estaba el veterinario, para el cuidado de la sanidad de los animales, especial y casi exclusivamente, de los corderos, cabras y ovejas; es decir, de los que se sacrificaban para vender su carne.
Recuerdo a un veterinario pelirrojo, de apellido Petrel, a quién muchos años después vi en televisión en un anuncio de piensos para perros. Después vino D. Agnelio, casado con Dª Julia, una mujer del pueblo, muy guapa, según recuerdo; tenían una hija y vivían en las Cuatro Esquinas.
Don Agnelio tenía un hermano, también veterinario, pero que no tenía la titular de ninguna plaza (porque estas plazas, de médico, veterinario, practicante, al igual que la de los maestros, se obtenían “en propiedad” si se aprobaba la oposición correspondiente); pues bien, el hermano de D. Agnelio estaba preparando para hacer la oposición para lograr la titularidad de una plaza, y como venía con frecuencia a Higueruela, se hizo novio de Quiterín, la hija de Dionisio y Elia. Y, según alguien me contó, la víspera de los exámenes, ante la extrañeza de la novia, apareció en su casa a verla, y cuando ésta le preguntó que por qué no estaba en el lugar de los exámenes, le contestó que la mejor oposición que podía aprobar era casarse con ella y ocuparse de la administración de las tierras
de Dionisio; lo que vino después fue que el noviazgo se acabó inmediatamente.
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